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Los errores que sacaron a Colo Colo de la Copa

El 18 de febrero pasado, Colo Colo inició su marcha en la Copa Libertadores 2015 con un triunfo por 2-0 ante Atlético Mineiro, en un Estadio Monumental repleto y exultante por la victoria del cuadro que dirige Héctor Tapia. En aquel momento, la contundencia del marcador soslayó en parte las inquietudes futbolísticas que dejó el trámite del partido. El Cacique fue dominado por grandes momentos del duelo, producto de la presión avanzada que desplegó su oponente, pero anotó los tantos en jugadas puntuales, destruyendo el espíritu de lucha del cuadro de Belo Horizonte, que al final optó por botar el partido.

Los errores que sacaron a Colo Colo de la Copa

Posteriormente, los pupilos de Tapia cayeron sin apelación frente a Independiente Santa Fe, en Bogotá, por un categórico 3-1. Los albos de nuevo fueron sometidos, pero esta vez no hubo espacio para acciones aisladas, que permitieran aspirar a lograr alguna cifra. De visita, el cuadro chileno mostró la que sería su cara en los encuentros siguientes, con la excepción de algunos momentos en el triunfo en casa contra Atlas: en fase defensiva, reagrupamiento a partir de la línea de la mitad de la cancha, buscando generar presencia ofensiva mediante contraataques o al aprovechar los instantes de agotamiento del rival durante su predominio en el desarrollo del juego. 

Luego vinieron las victorias contra Atlas, que les permirtieron a los albos ascender muchísimo en el grupo, pero siempre hubo un dejo de cuestionamientos en torno al trámite de los encuentros. En el Monumental, y ante los aztecas, Colo Colo sufrió en la primera parte, pues su rival llegó con peligro y las atajadas de Justo Villar fueron clave para no permitir que abriera la cuenta. Esteban Paredes anotó un doblete y en el Cacique se empezaron a ilusionar con el paso a octavos de final. Sin embargo, había dudas, porque el equipo se reagrupaba en su territorio y la presión en esta zona no era eficaz para evitar que le generaran peligro. El triunfo en la revancha contra el elenco de Guadalajara, con el mismo tenor táctico que el anterior, no aplacó las inconsistencias futbolísticas que se vislumbraban.

Entonces vinieron las derrotas que sentenciaron a los albos. Frente a Independiente Santa Fe, el cuadro de Tapia fue absolutamente sorprendido. Los colombianos no especularon; al contario, se situaron bien adelantados en la cancha y presionaron eficazmente en la zona de pases iniciales de su rival, con llegadas directas y letales. Otra vez el dominio del encuentro corrió por cuenta del oponente de los chilenos y el 3-0 en contra no admitió discusión. Los hinchas que querían ver a un Colo Colo con prestancia de anfitrión, que saliera a presionar a su rival en su zona y cerca de su propia área, con espíritu para ir enfrentar a cada colombiano en posesión del balón, se marcharon decepcionados de Macul.

Finalmente, el proyecto de obtener la clasificación en Belo Horizonte, ante Atlético Mineiro, era en extremo complejo. Por la actualidad futbolística de ambos equipos y también debido a que Colo Colo llegó al duelo con varios titulares menos (Villar, Jaime Valdés, Humberto Suazo y Jean Beausejour). En Brasil, los albos llevaron al extremo la postura de dejarse someter, reagrupándose en su campo, y al final el segundo gol de Mineiro, que les dio la clasificación a los brasileños, fue más por 'fatiga de material' que por una maniobra ofensiva construida con eficacia.

En el Cacique, las expectativas eran máximas en el inicio de la Copa Libertadores y el triunfo en el primer partido refrendó las esperanzas. Sin embargo, Colo Colo simpre fue sometido, lo que en sí no es negativo si se poseen las armas para atacar con eficacia cuando el rival cede en su predominio por agotamiento físico o fatiga táctica. Ahora, tratándose de un cuadro importante en Sudamérica, hubiese sido gratificante apreciar en el terreno de juego a un equipo dinámico, adelantado en el terreno de juego, ejerciendo presión permanente y eficaz sobre el contrario, con variantes para llegar en ofensiva, teniendo las puntas como ejes de su ataque. Un semblante de juego que es discurso permanente en Chile, pero esta vez no se pudo apreciar.