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Escribo esta columna a pocos minutos de terminar el partido entre el Atlético Mineiro y Colo Colo. El 2-0 en favor de los brasileños selló no solo la suerte de los albos, sino que Chile se quedó sin representación en los octavos de final de la Copa Libertadores, el torneo de clubes más importante del continente.

Alguien dirá que el grupo del Cacique era muy complejo. Y es verdad. Otros culparán a las ausencias claves en un plantel corto. Y eso también es verdad. Pero cuando la mirada se extienda al tema de fondo, se podrá ver que el torneo local requiere ajustes urgentes. Porque este desenlace no es nuevo. El campeonato local nivela hacia abajo. Solo destellos, como la U de Sampaoli, no alcanzan a sustentar un avance real.

La U no estuvo ni cerca. Palestino (que tiene mucho menos presupuesto y plantel) quedó al margen en un grupo accesible. Colo Colo tenía todo para avanzar. Fue puntero de su zona por largo trecho. Pero de los últimos seis puntos en la Copa no rescató ninguno. Y en la seguidilla de partidos, no convirtió en arco contrario. 0-3 contra Independiente. Mismo marcador contra Católica. 0-2 contra el Mineiro y eso que Garcés tapó un penal y salvó, por lo menos, un par de mano a mano.

Pero el sentido de esta columna va más allá. Es menester subir la vara del torneo chileno. De otro modo, este capítulo se repetirá y las buenas actuaciones llegarán solo por generaciones destacadas. El número de futbolistas extranjeros favorece a los empresarios y algunos entrenadores. A nadie más. No creo en las políticas proteccionistas, pero siete foráneos por club es un exceso. Ninguna liga sudamericana permite este número. El sistema de ascensos y descensos en las diferentes divisiones deja a muchos equipos jugando por nada. En el torneo de la B sube uno y baja uno. El resto, comparsa. En Primera se puede pelear, al mismo tiempo, por tratar de no descender y a la vez por un cupo en la Sudamericana. Insólito.

Las sociedades anónimas, pendientes de la gestión, han hecho lo posible por defenestrar el producto fútbol, en vez de promoverlo. Y en el CDF, con su política miope, creen que esconder el producto lo hará más apreciado cuando es exactamente al revés. En Chile los hinchas pueden ver muchos más partidos del Manchester City que de Huachipato, por ejemplo.

El diagnóstico es claro. Las soluciones están a la mano, pero dependen de que la voluntad de los dirigentes de clubes y de la ANFP vaya más allá de la punta de su nariz.

En pocas semanas parte la Copa América. La seleción es un espejismo. Un equipo que puede jugar mal o bien, que puede perder o ganar, pero que compite. Pelea de igual a igual. Corre. Intenta. Propone.

¿Por qué Sampaoli no convoca a más jugadores del medio local? Porque no dan el ancho. Así de simple. Así de lamentable.