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La lista de Sampaoli

Primero fue Fabián Orellana. Después Pedro Pablo Hernández. Ahora Mark González. Todos adelantaron su salida de la selección antes siquiera de pisar las canchas de entrenamiento de Juan Pinto Durán. El motivo es que se habrían enterado que eran parte de los siete que se quedarían fuera de la lista final que jugará la Copa América. Su inclusión dependía de alguna lesión o inconveniente en alguno de los 23 escogidos por Jorge Sampaoli. Y ante este escenario prefirieron no estar. Los dos valores del Celta de España, de hecho, ni siquiera formaron parte de la convocatoria inicial de 30 futbolistas.

Tal vez haya un error de procedimiento, de metodología. Seguramente la motivación no es la misma. La diferencia entre el discurso público (acá todos tienen las mismas posibilidades) y el discurso privado (la nómina está lista, ustedes vienen por la emergencia), tuvo un costo alto para Sampaoli.

Nadie discute que su rol de seleccionador indica, precisamente, que debe escoger de acuerdo a su criterio a los futbolistas que mejor se adapten a su esquema. Porque sería bueno dejar afuera los ambages y subterfugios: los entrenadores de la selección no llaman necesariamente a los mejores, sino a aquellos que se adaptan a su esquema de juego, a su estructura. Llaman a hombres de confianza. Todos. Acosta, Azkargorta, Riera, Alamos, Olmos, Bielsa, Borghi, Sampaoli. Cuando el universo de jugadores es escaso, cuando hay poco tiempo para trabajar, es lógico que el técnico casildense opte por aquellos elementos que más conoce.

El discurso de ir a pelear un cupo a la selección tampoco es real. Hernández, Orellana y Mark González, al menos hasta ahora, demostraron que para ellos una convocatoria a la Roja no es incondicional. Si les anticipan, con honestidad brutal, que son considerados solo para la alternativa, prefieren no estar. "Yo juego hasta de arquero por Chile", no es cierto.

El manejo de grupo es parte de las virtudes de un entrenador. Quizás como dicen en el campo, es mejor ponerse una vez colorado que diez veces rosado. Parece que en Chile aún no estamos preparados para la sinceridad con todas sus letras.