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"Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, quise ser un gánster". Esa es la primera línea de Buenos Muchachos, Goodfellas, Uno de los Nuestros, la notable película de Martin Scorsese de 1990. En ella se retrata el recorrido de Henry Hill, personificado por Ray Liotta, desde sus inicios en su carrera criminal, su apogeo y su retiro. El paso al costado de este personaje no fue gratis. Atrapado por las autoridades, Hill se cambia de vereda, pasa a ser un testigo protegido y termina revelando secretos de la mafia, delata a quienes un día fueron sus héroes, a todos sus compañeros. Se convierte en un soplón y el Estado lo protege, cambia su identidad. Se salva de polvo y paja.

Las coincidencias con Chuck Blazer, ex dirigente de la FIFA, son asombrosas. Quienes tuvimos la suerte de cubrir campeonatos mundiales reconocíamos fácilmente su figura oronda, de barba crecida, su sonrisa permanente. De pronto desapareció de la primera escena. Se escondió primero tras el telón, para después desvanecerse. Blazer lleva casi dos años colaborando con la Justicia Norteamericana, con el FBI, entregando datos, nombres, secretos, maniobras. Si hay algo que en la FIFA no se perdona, no es la coima, el soborno o las malas formas. Es la delación. La deslealtad. Echar al agua a los compinches.

El vendaval está recién comenzando. Sergio Jadue, en su rol como timonel de la ANFP, quedó salpicado tras el informe norteamericano. Su explicación, el comprobante de depósito demuestra que los dineros fueron recibidos y después ingresaron a la organización de la Copa América. Pero no queda claro desde donde vienen los montos, cuál es su origen, si esta modalidad era nueva o extendida en el tiempo. Es una explicación breve, precisa, pero que deja más dudas que certezas.

Por la probidad, por la transparencia, por su propia tranquilidad, lo prudente sería que Sergio Jadue y su directiva pusieran su cargo a disposición. Que se autoconvoque el Consejo de Presidentes de Clubes y que se pongan los pantalones en decisiones reales y no dependan del cheque que reciben del CDF (que les corresponde, no es un regalo).

Loretta Lynch, Fiscal General de Estados Unidos (¡Fiscal General!), señaló que la FIFA pasó de ser una organización futbolística a una empresa criminal.

El día más negro en la historia de la FIFA puede convertirse en el principio de la necesaria claridad y transparencia.