El “éxito” de Cristián Varela

El domingo escribí una columna donde hacía un repaso somero sobre la trayectoria que llevó al empresario de la televisión Cristián Varela desde el cerro Chacarillas, portando una antorcha, hasta la comisión de disciplina de la FIFA. Creo que los puntos estaban claros, pero el personaje obliga a más, siempre. Este martes, El Mercurio publicó una entrevista al integrante de la comisión de finanzas de la Conmebol, presidente del comité organizador del Mundial Sub 17 Chile 2015 y, ya está dicho, flamante pieza de la comisión de disciplina de la FIFA. En su estilo habitual (“aquí no ha pasado nada”), Varela desdeña cualquier conflicto, preocupación o apuro a raíz de los últimos y descomunales escándalos en la Federación Internacional de Fútbol Asociado. Nada nuevo. Pero es interesante rescatar el siguiente párrafo, porque revela de manera explícita y descarada, cómo funcionan, no solo las cosas, sino que también las mentes de estos señores. Cito textual:

¿Y a Ud. no le complica entrar a la FIFA justo cuando la corrupción campea?

"Pero ustedes se equivocan. El nivel de profesionales de la FIFA es muy alto. Por eso los Mundiales son un éxito en público y en resultados económicos. ¡La FIFA tiene hoy reservas de más de US$ 1.500 millones! Van a ver el Mundial Sub 17 que vamos a organizar de la mano de los profesionales de la FIFA".

Sería bueno preguntarle a Varela qué se entiende por “nivel de profesionales altos” en la FIFA luego de que el vicepresidente del organismo, Jerome Valcke, reconociera que recibió un soborno de diez millones de dólares. Pero no es ese el punto que me interesa que Varela precise, sino el que se refiere al “éxitos en términos económicos” de los mundiales. La pregunta de cajón es ¿Éxito para quién? Para los países organizadores de seguro que no. Veamos el caso reciente de Brasil: el gobierno de Dilma Rouseff gastó 12.000.000.000 de dólares en el Mundial 2014. El sobreprecio, la corrupción y el despilfarro que significó el torneo para el erario público y el bolsillo de los brasileños tiene a la presidenta contra las cuerdas y casi la hizo perder la elección el año pasado. Dos estadios (Fonte Nova de Bahía y Arena das Dunas de Natal) están a la venta para pagar las millonarias deudas del fisco. Otro, el Mané Garrincha de Brasilia (costó casi mil millones de dólares), es utilizado como estacionamiento de micros porque está botado. El Arena Pantanal de Cuiabá, donde Chile enfrentó a Australia, está clausurado por daños estructurales debido a fallas en la construcción (US$ 280.000.000 su costo).

Acabo de tirar sólo unas cifras sobre la mesa e insisto en la pregunta: ¿Para quién es el éxito económico de ese meganegocio que son los mundiales? La respuesta: sólo para la FIFA, es decir, para los dirigentes de la FIFA. Y el modelo, como ya lo denuncié en otro medio hace seis meses, es grosero y simple: el país organizador paga todo (hoteles, seguridad, infraestructura, estadios, alimentos, campos de entrenamiento, aeropuertos) y la FIFA se queda con todas las ganancias por derechos de transmisión, la venta de boletos y la publicidad.

Sigamos con Varela, porque promete, casi como un desafío, que el Mundial Sub 17 que él organiza, también será un éxito. Imposible que no sea así, si ya el estado de Chile, o sea todos nosotros, subsidió el torneo con la construcción de los estadios. Pero no bastó con eso. El Ministerio del Deporte entregará 2.5 millones de dólares más en boletos y transportes para los hinchas. Claro, si el estado de Chile paga todo, imposible que el negocio falle. Si la gente no quiere ir, el gobierno regala los boletos. Y además con el agravante de que el presidente del comité organizador es también proveedor técnico de las transmisiones de televisión. Y si eso no bastara, con una empresa, Chilefilms, robada al estado de Chile por la dictadura. Listo.

Luego de expuesto lo anterior ¿Va a seguir el estado chileno subsidiando a la FIFA? ¿Qué dice la ministra Natalia Riffo? ¿Tiene certeza a quién va a enriquecer con esos dineros graciosamente cedidos? Ya está bueno, paremos la chacra de una vez por todas.