Había que ganar
Festival de obviedades tras el debut de Chile en Copa América. "Jugando así, no puede ser campeón". Obvio. Ni Chile ni nadie. "Al equipo le faltó finiquito". Obvio. Si tienes nueve ocasiones de gol claras y anotas dos, hay un déficit importante. "Yo prefiero ganar jugando mal, que perder jugando bien". Obvio. En un deporte competitivo, y en medio de una competencia, donde los puntos son esenciales para seguir en carrera, sumar de a tres es lo más gratificante.
Dicho esto, separando las obviedades que ayudan muy poco al avance, hay un par de hechos claros. Chile le ganó con justicia a Ecuador. Lejos de un nivel óptimo, con espacios donde las dudas le ganaron a las certezas, creo que nadie podría poner en entredicho que ganó el equipo que jugó mejor. Eso es incuestionable y no siempre sucede.
Dicen que la Roja careció de profundidad en la primera etapa, pero se creó oportunidades nítidas. Y no pocas. Dos de Sánchez, un zurdazo de Isla, un par de descuelgues importantes por el sector derecho. Chile desniveló la cancha en ataque y Mauricio Isla fue más ofensivo que Beausejour por la otra franja.
¿Mejoró Chile en la segunda parte? Llegaron los goles y eso es lo más relevante en un juego que se define por goles anotados. Pero el desarrollo del juego, la cantidad de llegadas, el control del partido, fue más difuso que en la primera parte. Incluso Ecuador se adueñó de un sector importante en la mitad del terreno y con algo más de peso ofensivo pudo dañar. Pero llegaron los goles, para muchos, lo único que importa. Aunque parezca extraño, hacer los goles no siempre es jugar mejor.
Valdivia se cansó en la segunda parte y perdió precisión. Alexis se obsesionó con el gol. Cuando se sacó el antifaz fue mucho más efectivo y se juntó de buena manera con Vargas. Vidal se fue más arriba. Su peso específico se hace notar. Pizarro entró preciso, como siempre. Marcelo Díaz se vistió de obrero y se metió como líbero entre Medel y Jara, que brillan menos pero siempre cumplen.
Falta un montón por mejorar. La expulsión de Matías Fernández es una mala noticia, porque se queda sin chances de creación como alternativa a Valdivia. Pero se ganó. Con justicia. Por más que se entrene con intensidad, se analice al rival, se vean muchos videos, otra cosa es la cancha, la competencia. Y ya se dio el primer paso.
La Roja debe mejorar para evitar las obviedades con las que empezó esta columna.