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Los de afuera somos de palo

La historia no juega. Pesa. Existe. Hay que respetarla para construir a partir de ella, ya sea por motivación o para cambiarla. Pero no juega.

Argentina es favorito para el sábado. Nadie debería sentirse subestimado ante esta afirmación. Hoy la albiceleste es favorita ante casi cualquier equipo del mundo. Es una realidad.

Este favoritismo nace a partir de notables futbolistas, que militan en los mejores equipos del planeta. Se basa en que tiene en sus filas al mejor jugador del mundo y eso siempre es una ventaja.

Pero no es un equipo invencible.

Una de las mejores cosas que tiene el fútbol es que carece de recetas, sino ganarían siempre los mismos. Obviamente, como todo deporte colectivo y competitivo, las individualidades poseen un valor agregado. Pero antes que todo eso, el juego de conjunto es el que te permite achicar el margen.

No es fácil jugarle a Argentina. Porque pese al volumen de ataque que tiene, no es un equipo que te atropelle. Muchos dicen, con algo de razón, que hay que atacar al equipo de Martino. Pero resulta que en la contra nuestros vecinos son letales. Un poco como el Barcelona de Luis Enrique, que atacando es muy bueno pero contragolpeando es mejor.

Dicen que la defensa de Argentina es débil. Discrepo. Tiene fisuras, pero no me parece que Zabaleta, Garay, Otamendi y Rojo sean febles. Si juega Demichelis cambia un poco, porque es menos dúctil que Garay. Pero zagas impasables no hay ni hubo, que no le vengan con cuentos.

Si Chile juega al combo a combo quizás arriesgue demasiado. Gonzalo Jara es un fijo que ya no está y en comparación con el resto se encuentra escalones más arriba. Dentro de las virtudes de Sampaoli en su carrera como entrenador está la preparación de los partidos. Eso le permite estrechar las diferencias. Convertir a la Roja en un equipo competitivo.

Chile debe preocuparse de Argentina. Mucho. Pero Argentina también debe preocuparse de Chile, porque colectivamente la Roja tiene una identidad de juego, quizás el atributo más valorable en un juego de equipo.

No hay recetas para ganarle a Argentina. Pero sí hay cosas que la historia nos ha enseñado, a punta de porrazos, que no se deben hacer: ganar o perder los partidos antes de jugarlos. Matar a los jugadores antes que entren a la cancha, disfrazando sus prejuicios y trancas en Memes de otros, para no asumir posiciones propias. Desenfocarse del juego. Desconcentrarse. Entrar en disputas agrias que ya habrá tiempo de resolver. Creer que el fútbol es de vida o muerte o pensar que la carrera y la vida termina con un partido.

Podría decir que jueguen por la patria, por la bandera, por los anónimos esforzados, por la conmovedora y valiente clase trabajadora de este país. Pero no voy a decir eso. Diré solo que jueguen por ustedes y sus familias. Sus amigos y afectos. Nadie más. Los de afuera somos todos de palo. Ellos, los que creyeron en ustedes cuando no eran nadie, se merecen la Copa América. Para ellos ustedes son campeones hace rato y lo seguirán siendo.

Jueguen por ustedes mismos y sus familias, los que de verdad importan. No por nnosotros, detrás de un teclado, ni por los que se divierten matando a medio mundo en 140 caracteres o viven al borde de una reja. Somos de palo.