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Mentalidad televisiva

Actualizado a

Ocurrió este domingo, pero el ejemplo sirve para cualquier domingo. A la misma hora, los cuatro canales más vistos de la televisión abierta estaban al aire con sus respectivos bloques deportivos. Uno de ellos, TVN, quien detenta los derechos de la primera ventana para la exhibición de los goles, emitía un largo compacto de la victoria de Colo Colo sobre Iquique por la cuenta mínima. Lo albos son punteros de la competencia, es reconocido como el club con más hinchas en el país, habían ganado y sumaban su cuarta victoria en igual cantidad de partidos. Y la medición de audiencia ubicaba a TVN en el cuarto lugar de sintonía.

Alguien dirá que es responsabilidad del canal respectivo. Discrepo. Porque el mismo ejercicio viene ocurriendo hace años, independiente de la cadena que posea los derechos. El resto de los canales se ha volcado a dar noticias internacionales en sus segmentos deportivos, sobre todo si se considera que la mayoría de los grandes jugadores de la selección militan en el exterior. Y cuando dan notas referidas al campeonato local, el rating se desploma.

Datos incuestionables. Estadísticos. A disposición de quien quiera verlos si no lo creen. Sin interpretación. Solo números.

Al revés pasa con la selección chilena. Todo lo que tenga que ver con La Roja genera un aumento de audiencia inmediato, pero no solo en quien transmite, sino en todos los que hacen notas relacionadas con el equipo nacional y no solo ahora que el equipo es campeón de América. Siempre.

¿Por qué se produce este fenómeno? Porque han hecho pedazos el producto, el fútbol chileno como industria no genera interés en la audiencia. El CDF y la ANFP han logrado, con la arcaica política de hacer invisible el producto para así despertar interés, esfumar la atención por el torneo local.

Lo que no han entendido en la Federación de Fútbol y en las oficinas gerenciales del CDF, es que una empresa exitosa no se mide únicamente por las cifras azules que registra su balance o el jugoso cheque que recibe cada club producto de los derechos de televisión. Menos si hablamos de fútbol, un bien intangible. Un proyecto exitoso incluye convertir el producto (en este caso el campeonato local), en objeto de deseo, en interés público, en plataformas de marketing, en escenarios que promueven la participación del hincha, no en ocultar la pelota.

Si un hincha no va al estadio el viernes, debe esperar hasta el domingo para, bien tarde en la noche, ver los goles de su equipo. Si no pudo verlos, porque se quedó dormido, estaba haciendo dormir a sus niños o simplemente no le dieron ganas, debe esperar hasta el lunes. Y el lunes, el resto de los canales abiertos no están dando todos los goles de la fecha. ¿Por qué? Porque baja el rating. Porque el interés ya se fue. Porque nos interesa solo a los que somos más fanáticos. Porque los goles del viernes, el día lunes, pierden gracia.

Las autoridades ya han hecho todo lo posible porque la gente no vaya al estadio. Detenerse en los motivos sería para otra columna. Y quienes están a cargo de los derechos de televisión creen que su función termina con la transmisión del partido. Craso error. Ahí recién comienza. Convertir el producto en algo atractivo se realiza, sobre todo, cuando no se están jugando los partidos. Los noventa minutos son solo el resultado de una política que debería sostener, fomentar y promover el fútbol chileno como objeto de deseo. Con dos torneos al año, con jugadores que emigran a las pocas temporadas, con futbolistas que no se consolidan antes de partir, cuesta todavía más acicalar la industria del fútbol en tv.

¿Usted puede ver los goles de antiguos clásicos universitarios? ¿Puede ver por tv los dos goles de Gary Medel a la U? ¿Los más jóvenes pueden ver cómo jugaba Marcelo Salas en la Universidad de Chile? ¿Pueden ver el gol de Matías Fernández a O’Higgins? ¿La chilena de Cellerino, jugando por Rangers a Palestino? ¿El titulo de Huachipato, O’Hggins o Cobresal? No. Si no lo viste esa semana, perdiste. Youtube. Pirateo.

Nadie pide que regalen los goles. Quienes tienen los derechos los detentan como corresponde. Deben sacar provecho de eso. ¿Será el mejor método ocultar todo, decir a todo que no, apagar el interés en vez de proyectarlo?

Hoy es más fácil y más barato ver un partido de la Premier League que de la liga local. Los chicos se saben de memoria la zaga del Manchester City, pero difícilmente recuerden el equipo de Cobresal, último campeón de la competencia. Si paro en el paseo Ahumada a David Llanos, uno de los goleadores de un equipo grande de Chile como la Universidad Católica, pocos lo reconocerían. Si paro a Antoine Griezman del Atlético de Madrid, se saca 200 fotos. ¿Por qué? Porque han hecho pedazos el producto. Pero aseguran ser una empresa exitosa, merced a sus cifras azules y al cheque que reparten en cada club. Pan para hoy, hambre para mañana. Pero hambre donde más duele, no en la caja ni en las arcas de dirigentes y clubes, sino en la memoria colectiva. Y bien sabemos nosotros lo que le pasa a un pueblo cuando pierde la memoria.