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La alegría no es sólo brasilera

Actualizado a
La alegría no es sólo brasilera
MARTIN BERNETTIAFP

Lo dijo Charly en su canción Yo no quiero volverme tan loco. La alegría no es solo brasilera. En otro contexto, la noche del 8 de octubre del 2015, vimos reflejada esa frase en la cancha del Nacional.

Aunque a varios les agobie, ya no les queda más que resignar su cabeza, llevar sus pronósticos negativos a otro lado y asumir, de una vez por todas, que esta generación de futbolistas y este cuerpo técnico es capaz de ganar pequeñas batallas y también grandes combates. La historia marca que Chile le gana poco a Brasil. Hace quince años que la Roja no vencía al Scratch y por eliminatorias lo había hecho una sola vez, precisamente hace tres lustros por 3-0.

Pero la victoria que consigue el equipo de Sampaoli tiene condimentos aún mejores. Quizás el más relevante sea que por primera vez en el registro, no era descabellado que Chile ganara. Esa esperanza, esa noción donde el triunfo no es una quimera, es una gran victoria de esta generación.

Chile le ganó con justicia a Brasil. Dirán que es un Brasil opaco. Cierto. Pero sigue siendo un equipo difícil. El primer tiempo lo reflejó. Un duelo áspero, espeso.

Sampaoli movió las piezas de manera correcta. Entendió su error inicial y sacó a Francisco Silva. Le apuntó con Mark González. Entró enchufado y Dani Alves no subió más.

Chile empezó a jugar como Chile. Otro gran triunfo. Poseer una identidad de juego. Una marca registrada. Matías Fernández reemplazó a un agotado Jorge Valdivia. El volante de la Fiorentina entró preciso, ordenado, laborioso y con el pie delicado. Eduardo Vargas y ese imán que tiene con la pelota explican la apertura de la cuenta.

Brasil quiso salir, pero no pudo. Tampoco supo. La Roja no lo dejó. Sampaoli sacó a Marcelo Díaz (quien bajó a William en una falta que resultó ser clave) y entró Vilches a reforzar la última zona. El equipo de Dunga no llegó y Sánchez anotó un golazo en el contragolpe.

Esta carrera recién parte. Importa el comienzo, pero lo relevante será el cuadro final. Pero la primera estación era compleja. Se ganó y con total justicia, jugando a lo Chile y con una generación que fue tercera del mundo juvenil, clasificó a dos mundiales seguidos, avanzó a octavos en ambas ediciones, tiene a varios de los suyos jugando en los mejores equipos del mundo y se consagró campeón de América, único título en la historia del combinado nacional. Algunos aún los discuten. Allá ellos. Pruebas a la vista. El que no quiera verlo, que no lo vea. Ganar es una victoria, obvio. Pero tener esperanza es un triunfo todavía más grande. Este equipo renueva la capacidad de creer y soñar.