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Desde el sábado 14 de noviembre estoy en Montevideo. El martes 17 juega Chile, aquí en el Centenario, ante Uruguay. Venir a la capital de este país siempre es un agrado. Una ciudad apacible, que se mueve a ritmo propio, sin prisas. Un pueblo educado, gentil, desde el más conspicuo al más humilde.

Si le dicen que ahora, en la previa, el ambiente está que arde para el partido clasificatorio del martes, no haga caso. Es mentira. Si lee o escucha que atacan a los chilenos que ya comienzan a verse en las calles de Montevideo, que los insultaron o los trataron mal, no crea eso. Es mentira. En la antesala el ambiente es totalmente pacífico. Nadie, a excepción de los medios uruguayos y chilenos, está pendiente del lío Jara vs Cavani.

Seguro el martes será diferente. Como pasa en todas partes. El día del partido se multiplican las pulsaciones. Aparece una imagen que no es la habitual y seguro que veremos y escucharemos algún comentario fuera de lugar, de ambos lados.

Pero lo que importa, lo que realmente importa, pasará en la cancha. Es ahí donde el equipo de Sampaoli tendrá una chance de escribir, otra vez, su nombre en la historia.

Porque la Roja nunca ganó en el Centenario. Jamás. La estadística es aún más categórica. Por los puntos tiene apenas un empate, ese camino al Mundial de Sudáfrica, 2-2, con los últimos dos festejos de Marcelo Salas por la escuadra nacional.

Los dos partieron bien el camino clasificatorio. Los dos con méritos grandes. Chile mostrando el fútbol más vistoso del continente y Uruguay sacando puntos pese a la ausencia de su jugador insigne, Luis Suárez.

Los dos no ganaron en la fecha anterior. La Celeste cayó en el inexpugnable Atahualpa de Quito. Chile no pudo desenredar la madeja ante Colombia.

Tengo la sensación de que la Roja es un visitante molesto. Porque no juega como lo hacen los forasteros. Ataca y si es doblegado, es por el rival es capaz de leer esa parte del juego. Uruguay se siente mejor de contra. En los balones detenidos es un equipo ducho, experto. Dos estilos radicalmente diferentes son promesa de buen partido.

Oscar Washington Tabarez destacó que ante Colombia la Roja tuvo el 65% del control de la pelota. Comparó esos márgenes con el Bayern Munich y el Barcelona. "Eso significa que el partido se juega como Chile quiere, pero no ganó el partido". Razón tiene el técnico uruguayo. La efectividad es un buen antídoto al control absoluto que registra el cuadro nacional.

El martes, en el Centenario de Montevideo, no juega Cavani versus Jara. Juega Uruguay versus Chile. Ese es el partido que hay que tratar de ganar. Lo otro es una anécdota añeja. Ya fue.