¿Conoces a Marcos Riquelme?
¿Usted conoce a Marcos Riquelme, el delantero de Palestino que se consagró como el máximo artillero del Torneo de Primera División? ¿Si usted lo viera en la esquina de su barrio, en el metro, en la micro, en la fuente de soda de la esquina, lo reconocería? Es probable que no. Pero no es culpa suya. Menos es responsabilidad de Riquelme. Al delantero lo trajeron para hacer goles y acaba de anotar más que cualquiera.
La culpa es de los medios de comunicación y, sobre todo, del secuestro de la memoria impuesto por quienes controlan el fútbol chileno y su joyita máxima, el CDF.
El fútbol ha sido raptado. Como editor de un noticiario de televisión abierta le puedo asegurar, con cifras en la mano, que la audiencia baja cuando se muestran los goles de la competencia local. Por falta de interés, carencia de motivación y novedad añeja. Si usted no fue al estadio, no tiene CDF o no vio el programa del canal de tv abierta dueño de la primera ventana, debe esperar hasta el lunes para verlos de manera masiva. Pero déjeme decirle que perdió, porque a esa altura los pleitos jugados el viernes, sábado, domingo, ya están fuera de rango. A menos que sean Colo Colo y la Universidad de Chile, los clubes con mayor convocatoria, es difícil que los goles de su equipo aparezcan. Y si ocurre, por favor no pegue ningún pestañazo. Se los perderá.
La idea de quienes manejaron el fútbol y a su vez el CDF, es la lógica de esconder el producto. Supuestamente eso lo haría más cotizado. Error, lo que se cotiza es la transmisión en vivo, no el campeonato, el juego, el torneo, la pelota, los equipos, sus transferencias o fórmulas de juego. Ergo, gana la casa, gana el CDF, más abonados, menos gente en el estadio, más reparto a los clubes, menos inversión. Una ecuación clarita, evidente, tan prístina como que esa fórmula está matando no solo el producto, sino que convierte en invisible al campeonato. Le pega en balazo en los pies a la memoria.
¿Usted conoce a Matías Donoso? Fue la gran figura de Cobresal en el primer y único título del cuadro nortino en su historia. Le apuesto que si lo ve sentado en una plaza de cualquier ciudad no lo reconocería. ¿Por qué? Porque el fútbol se volvió invisible.
¿Si este sistema no existe en Alemania, España, Francia, Holanda, Argentina, Inglaterra, Brasil, Bélgica, Honduras, Hungría, Andorra, Italia, Rumania, Irak, Austria, Portugal, Egipto, Australia, Mozambique, Taiwan, Polonia, Turquía, Rusia, no será que nosotros estaremos errados? ¿O acaso somos los únicos preclaros y todo el resto, todo el resto del mundo, comete un profundo error al no esconder su propio producto, ponerle un manto y someter la memoria a los caprichos del libre mercado?
Los diputados Karol Cariola y Daniel Núñez presentaron un proyecto de ley para que dos partidos del campeonato se transmitan por televisión abierta. ¿Saludo a la bandera? Es probable. Algunos creemos en esos saludos, en pelear contra los molinos de viento, en proteger la memoria de la condena del olvido.