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Billete de Metrópoli

Una de las muchas piedras en el camino que tiene la continuidad de Jorge Sampaoli en la Roja es la rescisión de contrato, o la renuncia, de Sebastián Beccacece para entrenar a Universidad de Chile. La dichosa, y millonaria, cláusula que el ayudante del técnico nacional debe pagar para volar con alas propias.

El papel es claro, la salida de Beccacece cuesta más de dos millones de dólares. El problema es otro: por voz de Jorge Sampaoli nos enteramos que existe un acuerdo “de palabra” entre él y Sergio Jadue para liberar del grillete a Beca. Y digo “de palabra” porque la expresión “de caballeros”, comprobación empírica a la mano, no se puede aplicar en este caso, al menos en una de las dos partes.

Mala suerte para el natural de Casilda. Si bien no dudamos de su versión, sí tenemos todos los elementos para dudar de la de Jadue. Hoy la palabra del ex presidente de la ANFP no vale nada. Es un billete de Metrópoli o un Dólar de Zimbabue. Debe haber pocas cosas tan depreciadas como los acuerdos informales de Jadue. Así como le prometió a Sampaoli que Becaccece se podía ir después del partido con Uruguay, también juró, aseguró, dio por hecho, puso las manos al fuego y afirmó sin lugar a dudas decenas de cosas que resultaron ser falsas. Y no sólo eso, en el interfaz de sus mentiras, se perdieron millones de dólares. La cuenta final está en proceso y parecemos lejos de llegar al tope.

El nivel de informalidad con que funcionó la ANFP en los últimos años supera lo escandaloso, lo insólito, lo delictivo o lo desquiciado, no conozco una adjetivo que pueda resumir el hoyo negro contable y administrativo del fútbol chileno. Cada piedra destapada señala dinero perdido, cuentas pendientes y acreedores indignados.

Sampaoli confió en Jadue y perdió. Con Pablo Milad no parece haber negocio posible. El presidente de Curicó y candidato a la ANFP lo acusa de presionar con un acuerdo del que no hay respaldo. Arturo Salah está dispuesto a sentarse a la mesa. Pero va a necesitar papeles firmados, todos los papeles. Pero todos, todos, todos.

¿Se entendió? Todos los papeles.