La Roja

Las múltiples aventuras del Avión de la Roja en Barinas

Un chárter compuesto por 140 fanáticos vivió 72 horas de ensueño, que culminaron con el triunfo de Chile en Venezuela, por las Eliminatorias.

Las múltiples aventuras del Avión de la Roja en Barinas
MARCELO HERNANDEZ/PHOTOSPORT
Carolina Fernández
Actualizado a

Al hincha no le importa el calor, el frío, la humedad ni las distancias. Especialmente al seguidor de la selección chilena. Un fiel como pocos en el mundo. Siempre enarbolando la bandera donde quiera que Chile juegue.

Esta vez fue en Venezuela, un país golpeado socialmente, donde un grupo de 140 personas acudió esperanzado. Una masa uniforme de rojo que se subió al mismo vuelo, al avión de la roja. Esta iniciativa de privados busca seguir a la selección donde sea que vaya.

El avión parte en la noche del viernes, más de 72 horas antes del encuentro. A esa altura, las ansias se controlan. Los primeros ceacheí se entonan con tibieza.

El destino uno es Margarita, esa isla que años atrás fue uno de los destinos predilectos del turista amante del Caribe. Hoy sigue en pie, pero la sequía la tiene muy golpeada.

Los chilenos se mueven en masa. Se hacen notar. Sus camisetas, sus modismos, sus costumbres. Todo los hace identificables a distancia. El grupo es diverso. Hay padres con hijos, grupos de amigos, gente de regiones, parejas de adultos mayores que se quieren dar el gustito de ser minoría en un estadio repleto de poleras vinotinto. El calor se sortea con éxito en la isla. La piscina y el mar son el mejor aliado. Los paseos son furor entre los connacionales. Y de noche, la belleza de la venezolana resalta y los chilenos saben cómo hacérselos notar.

Noticias relacionadas

El día martes es el día D: viaje, partido y viaje. Pese a que la citación es a las 9:00 en el lobby del hotel, hay chilenos que a las 7:30 ya tienen todo resuelto para subir al bus. La ansiedad se palpita. No es fácil reunir y coordinar a ese centenar de fanáticos, pero después de un rato, todos van camino al aeropuerto. El vuelo es breve. Algo más de una hora. La vestimenta es una sola: polera roja. Unos traen pintura para que la apariencia no deje espacio a la duda. Ahora sí los gritos por Chile brotan del alma. Nadie piensa en un marcador desfavorable. El capitán del vuelo alienta a sus pasajeros, las aeromozas, hacen lo propio. Hasta provocan un ceacheí que es seguido por todo el avión.

El aterrizaje es dulce, el ánimo está arriba. El calor asfixiante pasa a segundo plano. Chile debe ganar. A eso vinieron. A verlo triunfar. El avión ya es su casa. Entre ellos se reconocen y saludan. No son los desconocidos de hace tres días.

Te recomendamos en Futbol