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Dice Arturo Salah sobre Deportes Concepción en la edición de El Mercurio del domingo 24 de abril: “Propusimos su desafiliación porque es un club inviable”. Luego fundamenta con la deuda de 1.800 millones de pesos que tiene la institución lila. “Su nivel de gastos es tres o cuatro veces su ingresos”, remata de manera contundente.

Sumando y restando, no da. Salah lo sabe, es ingeniero titulado. Pese a lo anterior, a lo implacable de este análisis cartesiano, mi obligación es enmendarlo.

Lo que es inviable no es Deportes Concepción. Y no lo es porque tiene 50 años de historia, porque representa a cientos de miles de hinchas lilas que lo han acompañado estas cinco décadas, porque ha cumplido grandes campañas en todas las categorías del fútbol chileno, porque ha jugado Copa Libertadores dejando jornadas inolvidables, porque su camiseta la han vestido grandes jugadores, porque en decenas de ocasiones llenó Collao hasta las banderas al enfrentar a Colo Colo, Universidad de Chile, Universidad Católica, Fernández Vial, San Lorenzo, Barcelona de Guayaquil o América de Cali.

Lo inviable Arturo, como ya le fundamenté, no es la institución. Lo inviable es que el sistema de Sociedades Anónimas, que usted impulsó con Heraldo Muñoz, tenga tan pocos filtros y controles, promueva de tal manera el laissez faire, que cualquier mercachifle, delincuente, irresponsable o aventurero, si posee la plata suficiente (o se capaz de engrupir con que la posee), toma posesión de una institución con historia y miles de hinchas, para destruirla a su entero antojo sin que nadie los pueda controlar o detener.

Es fácil, Arturo Salah, desafiliar y olvidarnos del problema. Lo difícil es crear una institucionalidad que respete y defienda la esencia del fútbol: la representatividad, la historia, la identificación con una ciudad. No es aceptable ni decente quitarle a los miles de hinchas de Deportes Concepción su club. Mínimo es reformar la ley para que nunca más los Tallarico o los Jaque, tengan oportunidad de apropiarse de un club profesional.

Si ellos llegaron ahí e hicieron lo que hicieron, es porque ustedes los dejaron armándoles una ley a medida. Matando un club estamos yendo en la dirección contraria. A ver si alguna vez atacamos el problema de fondo.