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Los mismos argumentos que usamos los periodistas deportivos para criticar a la UC, deberían ser enarbolados ahora para felicitar a la escuadra que dirige Mario Salas. Esos conceptos tan difíciles de descifrar, como el coraje, la garra, los huevos.

A Católica nadie le regaló nada en este torneo. Muchas veces ellos mismos fueron su principal enemigo, sobre todo cuando no fueron capaces de cerrar partidos que pudieron derrumbarlos. Contra San Marcos, contra San Luis. Con rivales más regulares, esos traspiés pudieron costar el título que hoy festejan.

Pero tiene puntos a favor la Católica. Respondió ante Audax, remando desde atrás, aprovechando la oferta que los contrincantes le servían en bandeja. Espantó sus propios demonios. La UC fue el equipo más goleador del campeonato, pero le hicieron muchos goles. Muchos para un campeón.

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OSCAR TORRES/PHOTOSPORT

El juego de Mario Salas camina por la cornisa. Y esa apuesta le resultó. La misma que antes lo dejó al borde de la vereda, hoy lo tiene festejando. Porque la UC casi no conoció empates en este torneo. Apenas dos. Perdió cuatro veces en el certamen, todas de visita. Demasiado para un campeón de quince fechas. Pero ganó nueve partidos. Ninguno ganó más. Quizás allí está el punto de diferencia que les dio la corona.

¿Mario Salas es mejor o peor técnico que hace una semana? Yo creo que es el mismo. Con virtudes claras y errores que está tratando de minimizar. Un técnico que construye su historia sin apurarse. A uno le puede gustar su forma de juego o no, pero Salas ha hecho la carrera larga. Fue jugador, ayudante, preparador físico, dirigió en Tercera División, Primera B, selecciones inferiores, equipo de provincia, copa sudamericana y ahora es campeón. Los caminos largos, a menudo, son los más duraderos.

Después podemos discutir si el torneo es bueno, regular o malo. En este contexto la UC sumó más que el resto, atropelló desde atrás y se paró luego de derrotas que hace no mucho tiempo, los habrían tumbado sin remedio.