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Figueroa

No todo es fútbol

Es verdad, comenzó la Copa América Centenario y los ojos están centrados en el deporte más popular del mundo y todo lo que acontece en Estados Unidos. Son 16 países en competencia por una copa inédita, que llenará de gloria las vitrinas del campeón y que, espero, siente las bases para que se siga haciendo este torneo con este formato.

Pero como dice el título de esta columna, no todo es fútbol. Nos enteramos de la muerte de un grande con todas sus letras. Un luchador, no solo en el cuadrilátero, si no que un luchador social. Alguien que nunca se quedó callado frente a las injusticias que veía y llevo adelante sus ideales sin importar los costos que le pudieran acarrear.

Cassius Clay primero, Mohammad Alí después. Una leyenda del boxeo que trascendió deportes y épocas. Respetado por todos, un ejemplo de perseverancia, de pasión por el deporte, de fe, tanto religiosa, como en sus propios medios para salir al ring a pelear contra los mejores… y ganar.

He podido ver entrevistas, documentales, videos que debieran ser material obligatorio para cada niño o joven que quiere forjarse un futuro en el deporte. El que sea. Da lo mismo si es boxeo, fútbol, básquetbol, tenis, vóleybol, atletismo o, incluso, golf. No importa. El mensaje que transmitió Ali se enfoca en la actitud, el pensamiento positivo. En definitiva, creerse el cuento.

Algo que digo habitualmente en mis charlas es que cuando fui a mi primer mundial, en Inglaterra 1966, vi que los italianos no medían cinco metros de altura. Ni que los rusos saltaban 10 metros y se quedaban cinco minutos flotando en el aire, esperando que les llegara la pelota para cabecear. Vi que eran iguales a mí, con virtudes y defectos.

Fue ahí cuando dije: ellos son buenos, pero yo también, vamos a ver quién es mejor dentro de la cancha. Por eso nunca me achiqué contra ningún rival, algo que, sin duda, Ali jamás hizo. Ni con Sony Liston, ni Joe Frazier ni con nadie que se le pusiera por delante.

Ali fue un visionario, desafiando el status quo por su raza y las discriminaciones de la época, por su deporte, por la sociedad en general. Creo que la actitud de muchos deportistas de hoy no sería posible sin la irrupción de gente como Muhammad Ali, que cimentó el camino para el deporte como un espectáculo imperdible.

Se va un grande. Para mí, uno de los más influyentes del siglo XX.