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Sin Mago ¡Viva el Rey!

Basta con darse una vuelta por una cancha de fútbol de barrio o mirar lo que pasa en una liga. En esos lugares, rápidamente se llega a la conclusión de que somos un país de "pichangueros". Tenemos una fascinación por el "moñito" en la jugada, el contenido estético del fútbol (Técnica), por sobre cualquier cosa, incluida por cierto la utilidad práctica de la maniobra (Táctica).

Por eso, sorprendió la exclusión del Mago Jorge Valdivia en la Selección. El "10" del Al-Wahda de Emiratos Árabes conecta con esa naturaleza atávica del chileno y para Juan Antonio Pizzi aún constituye un gran riesgo haberlo dejado afuera.

Sin embargo, por ahora el entrenador de la Roja ha eludido con éxito los episodios críticos. Con dificultades iniciales, la Selección avanzó a la ronda de los mejores cuatro equipos en la Copa América Centenario. Chile se fue armando en torno a una modificación estructural en el mediocampo: la eliminación del "10", el volante ofensivo.

Pizzi se formó como DT bajo el paradigma del Juego de Posición del Barcelona (cadenas de pases, triangulaciones, punteros pegados a las líneas de banda y defensa en conjunto al tiro tras la pérdida del balón). Fue compañero en el cuadro catalán de Pep Guardiola y conservan amistad hasta el día de hoy. El nuevo técnico del Manchester City en Inglaterra es el ícono de esta forma de practicar el fútbol, estilo que desarrolla la funcionalidad de dos "8" (interiores) y desestima el "10" clásico.

Tal labor la cumplen en la Roja Charles Aránguiz y Arturo Vidal. Para el volante del Bayern no es novedad el asunto, porque viene de ser dirigido por Guardiola, aunque terminó jugando como mediocampista central, de "6", respaldando a los otros dos "8" (interiores) del cuadro bávaro.

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ANDRES PIÑA/PHOTOSPORT

Para Aránguiz la cosa es nueva. Estuvo siete meses sin jugar por el corte del tendón de Aquiles. Cuando volvió a la actividad, recién a comienzos de abril, lo hizo de mediocampista central, como segundo "6", asumiendo momentáneamente la funcionalidad de "8" para acompañar a los dos delanteros en el Bayer Leverkusen. Sin embargo, el puentealtino es quien mejor entiende el fútbol en la Selección y paulatinamente va adquiriendo la idea.

Ante esta fase de acomodo de Aránguiz, quien ha trabajado "horas extras" ha sido Vidal. Como todo el equipo, tuvo un comienzo errático en la derrota contra Argentina. Al igual que otras veces, cayó en su peor conducta autodestructiva: la tendencia al caos, a la anarquía, a querer hacer las cosas a su pinta.

Después, se recompuso y ha logrado extender a la Roja la gran temporada que tuvo en el Bayern. Vidal es el eje del equipo, el motor que mueve la máquina en los cuatros momentos del juego: defensa, ataque y las transiciones ofensiva y defensiva. Anota (lleva dos goles), asiste (registra dos también), promedia cinco pases profundos por partido e igual cifra de recuperaciones de balón. 

Pizzi eliminó un volante, pues Chile pasó del 1-4-3-1-2 de Jorge Sampaoli a un sistema de juego 1-4-1-2-3. El argentino-español buscó darle amplitud al equipo (abrir la cancha) más adelante en el terreno de juego, con la alineación de dos punteros bien abiertos y un centrodelantero. Antes, el juego por los costados venía desde más atrás, gracias al avance de los laterales (Mauricio Isla y Jean Beausejour-Eugenio Mena). Esto era complementario a la generación de fútbol en el mediocampo y por el eje de la cancha, con cuatro hombres (Marcelo Díaz, Aránguiz, Vidal y Valdivia). Por cierto, todos guiados por el Mago. 

Con este cambio de paradigma en la zona de los volantes, el gran beneficiado ha sido hasta ahora Vidal. El ex mediocampista de la Juventus es expansivo, vital, hiperkinético, extrovertido con o sin el balón en los pies. Uno menos en el grupo (con la derogación del "10"), le otorga el espacio propicio para su máxima expresividad futbolística.