La condena de Jeisson
La mayoría, por no decir casi todas las actuales figuras de la selección chilena bicampeona de América, sumó una importante cantidad de partidos en la Primera División del fútbol chileno. En el vilipendiado y desfenestrado torneo criollo.
Alexis Sánchez pasó por Cobreloa y Colo Colo. Se fue como titular. Lo mismo Arturo Vidal, Gary Medel y Charles Aránguiz, por nombrar a algunos. Eran figuras de sus equipos en el criticado torneo nacional. La única excepción fue Mauricio Isla, quien nunca jugó un partido en la Liga local.
Jeisson Vargas se va de Universidad Católica con 18 años y apenas un torneo regular en la Primera División. En la UC reconocen que el proceso formativo del jugador aún no termina.
Pero Jeisson se va. Puede que le vaya bien. Capacidad tiene, pero la historia reciente de los futbolistas chilenos demuestra que quienes han partido jóvenes y sin una cantidad importante de partidos en Primera División, no han tenido un buen pasar. ¿Desvalorizado, desjerarquizado y con escasa competencia? Sí, ese mismo, el torneo chileno.
Pese a todas las críticas, la tendencia indica que para que a un jugador joven le vaya bien en el extranjero debe al menos haberse afirmado en el medio local. De lo contrario, lo más probable es que regrese a préstamo en algunos meses o pase inadvertido en equipos extranjeros de tercer o cuarto orden. Ejemplos sobran.
¿Culpas? Universidad Católica se puede negar, pero no saca nada con tener en sus filas a un jugador disgustado. Además, en la precariedad de nuestro medio, una gran venta puede salvar un año entero.
El tema es más profundo y, a la vez, más simple: el entorno, la familia, los amigos. Hace un tiempo, cuando Vargas ya era jugador del plantel profesional de la UC, su equipo de barrio de toda la vida, en Recoleta, quería que jugara por sus filas cuando peleaban por el título. Era volver a la cancha de tierra, a enfrentar a la barra brava rival y todo lo que ello implica. Allí donde muchas veces aparecen armas blancas y pistolas hechizas. Donde el fútbol se convierte en el todo vale.
Alguien apareció para recomendarle que no jugara. No era un miembro de su familia, ni amigo, ni cercano. Un buen samaritano anónimo, con generoso sentido común, que sabía que ese hecho podría complicarle la promisoria carrera al joven. Vargas le hizo caso y no jugó.
Ahora, cuando Jeisson busca salir de la UC, sería bueno que apareciera otro buen hombre que le diga que quizás lo mejor sea esperar. Que con la calidad tiene habrá opciones futuras. La gloria lleva al éxito y el éxito al dinero. Que le diga que el camino recién comienza y oportunidades tendrá de sobra.
Vargas se va de la UC. Ojalá se consolide en el extranjero y se transforme en parte del recambio de la actual generación dorada. Ojalá que la maldición de los que se van sin lucir en el torneo local sólo sea una mala teoría escrita por este columnista.