Juegos de seducción
Colo Colo no es un equipo ofensivo. Si Pablo Guede asumiera esa primera condición podría encontrarle antes la hebra al enredo que tiene en cada partido. Quiere serlo, pero no lo es. Aquello que Guede llama ofensivo, no daña, no es profundo ni logra resultados. Porque lo ofensivo no es acumular mucha gente arriba, lanzar la pelota y ante la presión e insistencia, no dejar salir al rival. El equipo de Guede no se genera demasiadas ocasiones claras de gol. No es controlador del partido sino dominador de la pelota (que no es lo mismo) y presenta una fragilidad defensiva que se derrumba ante la primera brisa.
Colo Colo no es un equipo ofensivo.
Porque un equipo que saca cuatro de quince puntos posibles no lo es. Porque un equipo que reitera una y otra vez la fórmula de acercamiento al área, no lo es. Porque un equipo que no hace muchos goles, no lo es. Porque un equipo que no se planta en la mitad de la cancha, no lo es.
Basta muy poco para ganarle al Colo Colo de Guede. Estar bien parado y tirar la pelota para arriba. El caos defensivo es tal que la lectura de los rivales se hace muy simple. Todos saben como jugarle a Colo Colo y Colo Colo aún no sabe a lo que juega.
Iquique, como Audax, como Unión Española, hizo ver mal a Colo Colo jugando con hombres de menos. Le hicieron goles de pelota detenida. Huachipato no le ganó porque Paulo Garcés salvó tres jugadas claras de gol. La única victoria, ante los audinos, ha sido el único pleito donde los albos comenzaron ganando.
La palabra de Guede seduce. Su discurso es atractivo. Sus ideas no pueden ser más que aplaudidas. Defiende causas ganadas. El juego ofensivo, correr, meter, coraje, pundonor, garra. Quizás por eso el ambiente en el Monumental no sea como en otras ocasiones, donde con resultados menos malos ya era una caldera. O quizás sea porque tiene el respaldo de Aníbal Mosa, quien financia a buena parte de la barra brava orientando la veleta a su favor.
Lo cierto es que la diferencia entre el discurso y el fútbol en Colo Colo es enorme. Y ya se le fue un tercio del campeonato en el torneo más corto del mundo.