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La unipolaridad de Beccacece

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Yo nunca ejercí como psicólogo clínico, quiero dejarlo en claro. Porque siempre mi interés estuvo ligado al deporte, donde no se trabaja con aspectos clínicos. Pero algo recuerdo en mis años de estudiante en la universidad cuando los profesores hablaban del Trastorno de Bipolaridad, el cual afecta a millones de personas y que muy probablemente también se diagnostica erróneamente con frecuencia.

Este trastorno también conocido como depresión maníaca, es una patología que suele incluir episodios serios de manía y de depresión, se presentan cambios drásticos en el temperamento, mezclando momentos de ánimo deprimido y sin esperanza, con períodos de normalidad.

Por eso es que cuando el ex preparador de arqueros de Sebastián Beccacece en la U, Gustavo Flores declaró que es "muy duro trabajar con un bipolar" no deja de llamar la atención, aún cuando sus declaraciones sean solo una caricatura acerca de su estado mental, sus cambios conductuales y decisiones erradas en el día a día.

Me parece que Beccacece estuvo lejos de ser un entrenador con características de bipolaridad, sino más bien tuvo una fuerte unipolaridad en su narcisismo y ensimismamiento. Fue un entrenador que siempre se guió con una sola conducta: privilegiar sus acciones por sobre el grupo de jugadores y manejarse de acuerdo a sus propios códigos sin importar lo que eso pudiera generar en el entorno.

Tuvo también una sola polaridad en el manejo emocional, con graves dificultades en el ejercicio de liderazgo y en el desarrollo de sus habilidades blandas, particularmente en la comunicación, donde incluso con miembros de su propio cuerpo técnico no mantenía vinculación alguna. Esta condición además se reflejó en su estilo de liderazgo, con una orientación en la tarea en desmedro de un enfoque social, cuyo concepto es parte de un liderazgo añejo y antiguo. Finalmente tuvo una fuerte unipolaridad en su tozudez para definir su tema contractual con Azul Azul. Desde donde lo analicemos veremos que su polo fue exclusivamente uno.

Pero como el ser humano es dinámico, probablemente a partir de su despido empezará a emerger la polaridad faltante, la de la depresión, porque si no se abre a un buen trabajo personal y de desarrollo emocional de su liderazgo, su futuro puede verse bastante limitado.