Curry y Durant rescatan a los Warriors ante Phoenix Suns
Durant, el mejor de otro triunfo muy poco convicente de unos Warriors que llegaron a estar 13 abajo ante los débiles Suns.
Los Warriors volvieron a ganar, pero siguen sin estar allí. Pelicans y Suns aparecían como dos salidas blandas para curar la herida del varapalo ante los Spurs pero han sido solo dos victorias para un equipo que parece demasiado preocupado por ganar para que llegue el buen juego cuando seguramente, a estas alturas tan tempranas de la temporada, tendría que buscar el buen juego para que lleguen las victorias… o para que estas lleguen con más sentido. Con los nervios a flor de piel y con una ansiedad muy evidente en busca de que el acierto individual conduzca a los automatismos colectivos, los Warriors solo evitaron una derrota que habría sido algo indecorosa en Phoenix (100-106 final). Nada más. Su siguiente partido es en Portland, una prueba de primera para ver si aterriza un equipo que por ahora es la prueba viva del mantra que no por capricho repite su entrenador, Steve Kerr: “Solo con talento no va a valer…”.
El cambio de cromos, la redefinición de la rotación y el efecto psicológico de la remontada de los Cavaliers han dejado tocado la estructura central del, a priori, mejor equipo de la liga, que parece estar buscando la caja negra de esa Final perdida de forma imposible (imposible=LeBron James). Contra los Suns, bastaron el puñado justo de jugadas en los dos lados de la canasta, sin continuidad ni conexiones constantes. Kevin Durant (37 puntos con un 10/16 en tiros, 4 rebotes, 4 asistencias y 4 robos: 67 partidos seguidos de Regular Season seguidos con al menos 20 puntos) de forma sostenida (+18 para los Warriors con él en pista) y Stephen Curry de más a menos (28 puntos, 3 asistencias, 5/8 en triples y 155 partidos de Regular Season consecutivos con al menos uno anotado) anotaron y Draymond Green (5 puntos, 13 rebotes, 9 asistencias, 3 tapones) firmó en el último cuarto las suficientes buenas acciones defensivas como pívot y ancla. Pero la defensa sigue imprecisa y deslavazada, permitiendo tiros cómodos (y los próximos Blazers no son los Pelicans ni los Suns, claro) y puntos gratis cerca del aro. Y el ataque acumula pérdidas, ejecuciones extrañas, individualismo ansioso y errores impropios de lo que eran los Warriors del strenght in numbres en las dos últimas temporadas: triples abiertos fallados, pocas canastas fáciles generadas por la circulación colectiva, tiros que se les van al limbo a los Splash Brothers, a Iguodala desde los laterales, a Green llegando por el eje central…
En tres partidos, los Warriors han metido 24 triples de 90, un horrendo 26,7%. Ayer, 8/29 engañoso: 7/12 entre Curry y Durant… y 1/17 el resto (0/10 entre Green y Klay Thompson). En total, están en un -3 total en puntos generados desde la línea de tres: impropio, increíble. En los tres partidos han perdido el rebote (ojo: 126-172 acumulado) y solo contra los Pelicans ganaron el apartado (trascendental para ellos) de los puntos en transición. ¿Qué está pasando? Que los Warriors todavía no están ahí… pero estamos todavía en octubre.
Los Suns casi sacan provecho del precario estado de las obras de remodelación de su rival después de arrear un increíble 16-0 en menos de 5 minutos (de 8-15 a 24-15) y un techo de +13 (30-17) a base de sumar canastas fáciles ante unos Warriors de ejecución incomprensible y a los que les sacó después del atolladero, principalmente, Kevin Durant. Un 54-45 se convirtió en un minuto, con el alero empujando, en el 57-55 del descanso y dejó en distancias cortas un marcador que los de Oakland dominaron pero no rompieron en la segunda parte (100-102 en el último minuto) ante un rival que buscaba su particular victoria del siglo, espoleado por la energía hiperactiva de Bledsoe (21+5+6) y TJ Warren (26+6) y por el trabajo de Chandler (18 rebotes hasta que el envite a chica de Kerr le complicó lo suficiente la existencia.
En 0-3, los de Arizona al menos dejaron un partido alegre, apenas trazas de un futuro que no se adivina todavía claro. Como, a otro nivel absolutamente diferente, el de unos Warriors en los que esos pronosticados por muchos growings pains (dolores de crecimiento) son muy reales. Con los Blazers y el primer duelo contra Westbrook y sus Thunder a la vista, al menos van salvando los muebles. Quizá necesiten ese tipo de enfrentamientos (la exigencia deportiva de Portland, la turbina emocional del primer Durant-Westbrook) para ir entrando en ritmo y temperatura. Por ahora siguen con el disfraz de Halloween y una apariencia de sorprendente e indisimulable fragilidad. Sería letal más adelante, mucho más adelante. Pero estamos todavía en octubre…