El cielo es el límite
Comenzamos en Colombia con un resultado logrado sobre la base del sacrificio y terminamos ganando en Santiago a un serio candidato para clasificar en el primer lugar sudamericano de cara al próximo Mundial.
Este martes, contra Uruguay, se vieron dos partidos. El del primer tiempo, donde Chile se vio mal, con desajustes defensivos en los primeros 30 minutos, donde extrañamente Gary Medel, Marcelo Diaz y Gonzalo Jara se vieron incómodos con la presión que ejercieron los delanteros orientales. Especialmente con la sorpresa del movedizo Carlos Sánchez, que desempeñó muy bien su función acompañando a los tremendos Luis Suárez y Edinson Cavani.
Al frente había un rival poderoso, con jugadores de primerísimo nivel que llevan mucho tiempo trabajando juntos. A Suárez y Cavani hay que sumarle el liderazgo de Diego Godín y el trajín de un mediocampo áspero, de mucha experiencia, que sabe muy bien a lo que juega.
Hay un momento clave del partido: el gol de Eduardo Vargas. Llegó en el instante preciso para el envión anímico y la tranquilidad que se requería en el segundo tiempo. Quizás sin tantos merecimientos, pero al final de cuentas, los goles se hacen, no se merecen. En la segunda etapa Chile empezó a ganar el mediocampo, que tuvo la muy buena incorporación de Leo Valencia. El de Palestino le dio más fluidez a la salida, luego que Arturo Vidal no pudiera seguir.
Alexis Sánchez brilló con méritos propios, pero fue solo una de las figuras de un equipo que se vio compacto tras el descanso, con cambios acertados de parte del entrenador y una excelente actitud para recuperar un partido que se veía muy complicado.
Al final de cuentas todo salió bien. Una doble fecha donde se ganó un punto en Colombia, jugando con mucho oficio, apelando a lo que hay que apelar para recuperar el tranco: ordenarse desde atrás y ahí empezar a construir. Cuando se entra en la mala fase hay que intentar salir lo más rápido posible, apostando primero a no perder. Y desde ahí armarse nuevamente con la confianza en las capacidades propias para llegar al arco rival.
Este equipo está para seguir logrando grandes cosas, pero es difícil reinventarse en el éxito. El camino siempre se va a poner más difícil, pero cuando hay talento, capacidad y, más importante aún, ganas de seguir entrenando para mejorar, el cielo es el límite.