El poderío ofensivo de Atlanta terminó aplastando a Arizona
El ataque de Shanahan desarticuló a unos Cardinals que lo intentaron, pero que no pudieron seguir el ritmo de un Matt Ryan que sigue jugando a nivel de MVP.
Ver jugar al ataque de Atlanta se ha convertido en uno de los grandes alicientes de la temporada. En la semana 11 descansaron, y este domingo muchos estaban expectantes por volver a ver un espectáculo ofensivo. Y una vez más no salimos decepcionados.
El único momento en que el ataque de Atlanta perdió la cara al partido, fue precisamente en la primera serie de la segunda mitad, cuando Matt Ryan sufrió cuatro sacks en cinco jugadas seguidas. Los ajustes de Arizona en el descanso parecieron surtir efecto. Sin embargo, en el siguiente drive Kyle Shanahan le do la vuelta a la moneda, para convertir en fortalezas sus aparentes debilidades. Matt Ryan aguantó el balón para dejar a los defensas con la miel en los labios, y lanzar pases quirúrgicos en el último instante, cuando ya parecía que iba a ser cazado, hasta que Coleman terminó entrando en la end zone rival. Ese fue el punto final del partido. El momento de la rendición incondicional de unos Cardinals que lucharon con todas sus fuerzas, sabiendo que ganar en Atlanta era su última oportunidad para seguir vivos en la temporada, pero que fueron incapaces de competir con un rival mejor a ambos lados del balón.
El ataque de Atlanta es un escándalo. Los bloqueos en primer y segundo nivel abren jugada tras jugada autopistas a la carrera, pero los receptores mantienen la intensidad hasta que la jugada está muerta, consiguiendo también bloqueos importantes a campo abierto. A eso hay que sumarle que prácticamente todos son capaces de hacer de todo. Cinco jugadores arrancaron a correr desde el backfield y siete receptores atraparon múltiples balones. Como guinda, todo gira alrededor de un Matt Ryan que sigue jugando a nivel de MVP, con un release meteórico, un movimiento de piernas de bailarín, y unas lecturas del campo casi siempre perfectas.
Pero lo que está convirtiendo a Atlanta en un rival terrible, es que su defensa ahora sí que tiene enjundia. El centro del front seven comienza a ser infranqueable, cerrando perfectamente las puertas a la carrera interior, y con Upshaw agobiando por dentro al quarterback rival, mientras que el blitz exterior cada vez es más peligroso. Incluso la secundaria se sobrepuso a la baja de Trufant (que puede ser para toda la temporada) con un Poole extraordinario y dos safeties, Neal y Allen, que estaban en todas partes. Solo el rookie De’Vondre Campbell empezó el partido poco entonado, abriendo un boquete en el nickel derecho de la defensa que en los primeros minutos Palmer aprovechó muy bien, pero en cuanto se ajustó, y el quarterback empezó a notar una presión permanente, los Cardinals terminaron por desinflarse.
Pese a ello, el partido empezó muy igualado, y Atlanta aguantó el ritmo de sus rivales en los primeros minutos gracias a las penalizaciones, pero poco a poco los locales consiguieron tomar la iniciativa, y si no hubiera sido por una intercepción a Ryan, por una recepción sencilla que se le escapó a Julio Jones, los más probable es que el duelo hubiera quedado casi sentenciado antes del descanso. De hecho, Bruce Arians empezó a jugarse cuatros downs bastante pronto, viendo que para aguantar el ritmo asfixiante de sus rivales necesitaba poner toda la carne en el asador.
Ese error de recepción de Julio Jones no tendría importancia si no fuera porque es el segundo en dos partidos, y en ambos casos el balón terminó en manos de sus rivales tras fallar una recepción sencilla. Quizá sea una casualidad, pero el receptor no nos tenía acostumbrado a ese tipo de fallos.
El 17-13 con que se llegó al descanso fue solo un espejismo. Después llegaron los cuatro sacks seguidos de Arizona, que fue su estertor final. Palmer se hacía cada vez más pequeño, dando otra vez la sensación de que no tiene muchas ganas de recibir golpes, y en cuanto nota la presión de quita la pelota de encima. Y mientras, Ryan se convertía en un gigante. En la segunda mitad solo falló cuatro lanzamientos, y casi siempre conseguía encontrar al receptor más dañino. Además, Freeman, que terminó el partido con dos touchdowns de carrera, corría con una facilidad pasmosa, y Taylor Gabriel, en un partido extraordinario, se erigía en el factor sorpresa y terminaba con dos touchdowns de recepción y algunas jugadas más importantes.
Ni siquiera el arreón final de Arizona fue efectivo. Incluso en esos últimos minutos se vieron superados por Atlanta, cuyo escandaloso ataque ya no está solo. Los Falcons parecen cada vez más un equipo completo que puede aspirar a todo.