Adiós Mario Sérgio
Triste. Impresionante. Increíble.
Dan ganas de apagar las noticias y volver en el tiempo para pensar que esto no ha ocurrido. Un equipo entero devastado. Una ciudad completa llorando la partida de un grupo de jugadores, dirigentes y periodistas. Chapecó es una ciudad pequeña, de Santa Catarina, donde la historia deportiva grande no había llegado hasta ahora.
La Associação Chapecoense de Futebol es un equipo joven, Con poco mas de 40 años desde su fundación y que casi siempre deambuló por las series menores del fútbol brasileño. Eso hasta que comenzó a subir desde la serie C hasta llegar el 2014 a disputar el Brasileirão, codeándose con el Inter de Porto Alegre, Palmeiras, Flamengo, Corinthians, Santos, Cruzeiro, y tantos otros grandes de Sudamérica que comenzaron a visitar constantemente el pequeño estadio local, la Arena Condá.
Jugadores jóvenes, dirigentes que estaban haciendo un buen trabajo, una ciudad entera llena de sueños. Vidas promisorias truncadas por un fatal accidente. Pero no solo futbolistas iban en ese avión, también periodistas y un comentarista de la televisión que iban a cubrir un partido histórico para el club: su primera final continental.
Mario Sérgio, futbolista retirado, ex entrenador y por estos días comentarista para la television. Jugó en Inter de Porto Alegre a fines de los 70 y principios de los 80. No alcanzamos a coincidir en el vestuario, pero jugamos en contra en varias ocasiones. Recuerdo la semifinal de 1975 contra un tremendo Fluminense en el enorme Maracaná. Sé que fue buen amigo de uno de los mejores extranjeros que ha jugado en Chile, Severino Vasconcellos, con quien me une una excelente amistad. Tuvo también algunos pasos como entrenador en el Inter y otros equipos, donde logró títulos en el torneo Gaúcho y buenas actuaciones en el Brasileirão.
Esta tragedia trae al recuerdo todas las veces que los futbolistas nos subimos a un avión. Subirse a uno de ellos es algo que pasa al menos dos veces al mes en Chile, una vez a la semana en Brasil y unas cuantas más en Europa.
Una vez, en una gira por Asia, estábamos en Kuala Lumpur jugando por la Selección del Mundo y debíamos volar a otra ciudad. No había cupo para todos en el vuelo programado. Se pensó en viajar en dos grupos, pero a última hora decidimos esperar y estar todos juntos. Después supimos que el avión donde viajaría el primer grupo cayó al mar.
Lo único que podemos esperar es que las tremendas y variadas muestras de cariño alivien un poco el dolor de las familias. Y que el club pueda ser reconstruído para volver a ser lo que fue, a modo de homenaje para todas las víctimas de este fatal accidente.
Lamentablemente, a veces a la realidad supera la ficción.