TIGRES VS AMÉRICA | FINAL VUELTA
Tigres logra el título en México tras polémica final ante América
Los felinos lograron su quinto título de liga en un partido polémico. Guzmán atajó tres disparos en la definición a penales. Hubo bronca y cinco expulsados.
¡Los Tigres son campeones del fútbol mexicano por quinta vez en su historia! Un cuento navideño con sangre, ataques vesiculares y navajazos de por medio. No fue una noche de paz, cierto. A decir verdad, la final contradijo los preceptos elementales de las fiestas decembrinas.
Los felinos lograron en el último minuto del tiempo suplementario un gol que les permitió llegar a los penales (1-1 tras igualar sin goles en los 90') y ahí la figura fue el arquero Nahuel Guzmán que atajó tres remates para el festejo de los locales.
Los 22 jugadores se instalaron sobre el terreno de juego con un armamento nuclear amarrado a su cuerpo. Ambos equipos parecían más preparados para un apocalipsis zombie que para una final. El sonido de las navajas desgarrando la carne y los quejidos de las embestidas copaban cada centímetro de césped. La Volpe se encomendó a las cabalgatas de Renato Ibarra, un fórmula 1 en un callejón sin pavimento, y a la disciplina militar de Goltz y Aguilar, encargados de reprimir al truculento Gignac. Del francés no se sabía más que el rumor de su presencia y los regalos que encontró bajo su árbol: un kit de hipnotismo y una milagrosa crema desinflamatoria, aromatizada con especias de Catemaco; estaba, sin estar, como Ronaldo en la final de Francia 1998.
Los futbolistas nadaban en el ‘gravy’ del puré de papa del recalentado. Sambueza resbalaba con la sidra y Aquino intentaba limpiar la resaca con champán. La Volpe y Ferretti echaron cerrojo a la habitación de los obsequios. ¿Navidad? Pamplinas. Ebenezer Scrooge reencarnó en dos cuerpos, dos bigotes. Entonces, Aquino soltó un cohete desde la media luna y Muñoz alejó el petardo con un vuelo reivindicativo, sideral. La réplica de Ibarra terminó en el Polo Norte. La primera mitad discurrió espeso, como el ponche.
‘El Volcán’ entró en erupción al ritmo del segundo silbatazo largo de Rojas. Estruendos, humaredas, el correr de la lava calcinante, el griterío del público como exhalaciones. Ferretti y La Volpe, aleccionados por el Fantasma de la Navidad Futura, reconsideraron su postura y liberaron a sus pupilos de las cadenas. No hay lugar para la racanería en Navidad. En ello, Sambueza arrolló a Sosa pero Rojas tenía la venda sobre los ojos; él quería Posada. Acto seguido, Arroyo tatuó la suela de su zapato en el tobillo de Ayala; Rojas seguía dando palazos al aire y tampoco soltó el azote cuando Estrada cargó sobre la espalda de Sambueza. Dale, dale, dale. América tiró la bufanda y magreó a los Tigres hasta que a Oribe se le cayó el trozo de pavo del plato; remató con el talón cuando sólo requería de un soplo para gritar gol. ¿Alguien regaló a Oribe una sesión todo-pagado de hipnotismo?
Los felinos se sacudieron el polvo con un bombazo de Juninho y un cabezazo de Dueñas que se estrelló en el travesaño crema. Terremoto en Coapa. Ibarra, entonces, tomó la autopista Torres Nilo y apuntó al rincón derecho pero Guzmán desvió con un suspiro. Con la final en ebullición y el medio campo sin peajes, Gignac envió una estrella fugaz que estalló en el travesaño de Muñoz. Habría sido el gol de los tiempos. No todos los deseos se hacen realidad. La expulsión de Torres Nilo descorchó el pandemónium. El campo en llamas mientras los machetazos de ambos equipos cortaban el aire. 0-0. Minuto 90. La olla del recalentado está vacía. ¿Aún tienen espacio para el turrón?
El gol de Edson Álvarez, cabezazo previo de Pablo Aguilar, encendió las velas del Centenario. La épica se siente bien en la prórroga. Es su morada. Y mientras el río de lava rodeaba el campo de juego, La Volpe perturbó a Gignac y comenzó la guerra. Noche sin paz, ni amor. Todo se incendia alrededor. Rojas, según como mediador, optó por decretar el inicio del carnaval con dos meses de antelación. Él, a su fiesta. Delort, Rivas, Goltz, Alvarado, golpe a golpe; la época de dar y recibir, dicen. ¿Tregua navideña? No, eso dejémoslo para la Primera Guerra Mundial…
El partido se reactivó tras la batalla, con una tregua tan endeble como los acuerdos de Minsk entre Putin y Merkel para alejar los tanques de Siria. Cuando el franco cabezazo de Pizarro voló sobre la cabaña de Muñoz como el trineo de Santa Claus, el argentino yació sobre el césped, desamparado como la Niña de las Cerillas. La llama extinta, el calor estrangulado por la ventisca. Pero es Navidad. Época de buenaventura, de milagro y portento. Y el centro de Damm llegó a la cabeza de Dueñas; frentazo perfecto que dejó a Muñoz (y al americanismo) como escultura de hielo. Gol de villancico. De espasmo. Regocijad, Jesús ha venido, del mundo Salvador.
¿Y que sucedió? Que Nahuel Guzmán se robó la Navidad. Tres atajadas como tres regalos. Y en mil caras brotó una sonrisa. "Con el alma sonriente emprendió su nueva meta, con un anhelo creciente al compás de su trompeta". Llegó a Monterrey con muchos paquetes y un trofeo, devolviendo a los aficionados felices glorias y puños en alto. "Tal vez la Navidad no sea una cosa cualquiera. Tal vez sea algo que no alcanzo a imaginar siquiera".