Los motivos por los que el Pro Bowl es detestado por todos
El partido de las estrellas de la NFL está considerado el peor de todo el deporte norteamericano, detestado por seguidores y jugadores.
Cada año la celebración de la Pro Bowl de la NFL, el partido de las estrellas de esta liga, se convierte en un desfile de quejas. Los aficionados hacen oír su voz y lo califican como el peor encuentro de estas características de las grandes ligas norteamericanas. Los jugadores no quieren ir, sólo quieren ser seleccionados para cobrar los bonus asociados de sus contratos y para alimentar su ego; de hecho, son legión los que declinan la invitación por los motivos más peregrinos. Los agentes están muy preocupados de que alguna lesión de los jugadores que van a ir al mercado acabe con algún notable contrato hecho trizas.
Es un desastre. No hay partido de football en todo el calendario de la NFL que sea más absurdo y de más igual. Incluso en los encuentros de la cuarta jornada de la pretemporada, donde es casi imposible ver a algún titular, los chicos se están jugando parte de su futuro. Aquí no hay nada. Es la total y absoluta pérdida de tiempo oficial de la NFL.
Se puede argumentar que como el resto de partidos de exhibición de cada deporte, y no seré yo el que lleve la contraria a esa afirmación. Lo que pasa es que en el football la sensación de fraude es aún más acusada porque hablamos de un deporte violento, de colisión, en el que jugar con el freno de mano echado es equivalente a no jugar en absoluto.
Incluso la propia liga sabe que este show está en una mala posición. Les da muy mala imagen. Por eso han intentado, en recientes ediciones, romper con la distinción entre conferencias (aunque este año regresan a ese formato), incluir pequeños juegos de habilidad y demás inventos menores. El propio comisionado Roger Goodell ha dejado caer numerosas veces que están en proceso de tratar de arreglarlo o finiquitarlo.
Para rematar el panorama negro como el carbón de la Pro Bowl, las audiencias televisivas llevan tres años en caída libre.
Pero ¿sabéis qué? La Pro Bowl va a seguir con nosotros. Y el motivo no es otro que es capaz de generar beneficios. Y contra eso aún no se ha inventado antídoto, por más que todos sepamos que el acontecimiento apesta.
Esta año, en Orlando, las entradas se han agotado. Supongo que el reclamo de ver a los sustitutos de tus jugadores favoritos es suficiente para muchas personas. Un estadio repleto de gente significa un montón de dinero en entradas, en venta de merchandising, en bebida y comida.
Además, aunque la caída de audiencia es incuestionable, es lógico pensar que duplicará, y eso tirando por lo bajo, a lo que la NBA consiga con su estelar Oklahoma City Thunder - Cleveland Cavaliers de hoy domingo. Y esa cantidad de horas televisivas, que no lo hacen corto, con ese número de espectadores, bien que menguante, sigue siendo atractivo en extremo para las cadenas que lo emiten.
Hay dinero. Hay beneficios. Así que podéis apostar que el año que viene, en la semana anterior a la Super Bowl, aquí estaremos todos los que seguimos o vivimos de la NFL quejándonos amargamente y jurando en arameo sobre la mera existencia de la Pro Bowl, que no por eso va a dejar de existir.