Max Stöckl, el rey del descenso extremo en mountain bike
El austríaco realizó un escalofriante descenso a 167 Km/h por el desierto de Atacama. Con dicha hazaña batió el récord mundial de velocidad en mountain bike.
"Entre los grandes desiertos del planeta, Atacama es uno de los más pequeños y es considerado el más extremo. Allí se dan las mayores amplitudes térmicas diarias y ostenta uno de los más altos indicadores de aridez, es decir el balance entre precipitación y evaporación-evapotranspiración..." La cita corresponde a un artículo de investigación del Centro del Desierto de Atacama de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Un grupo de investigadores al que probablemente Markus Stöckl, mánager del equipo de mountain bike MS-Racing Mondraker no consultó antes de lanzarse por una infernal rampa de este desierto para alcanzar 167 Km/h y batir el récord mundial de velocidad en esta categoría.
Los escenarios que escoge Max Stöckl para sus aventuras son un reto en sí mismo, un enemigo a batir. El desierto de Atacama, desde luego, no fue una excepción. Cubre una superficie aproximada de 105.000 km2 y es el más extremo del planeta por tratarse del más árido. Sin embargo, este inhóspito lugar, este paraíso de la nada más absoluta donde solo es posible encontrar piedras y cantos rodados, resultaba idóneo para las aspiraciones de este austríaco de 42 años. "Atacama es un desierto muy tentador y súper arenoso. Al mismo tiempo está muy por encima del nivel del mar y tiene algunas de las montañas volcánicas más altas y hermosas de nuestro planeta. Esta fue la razón por la que empezamos nuestra búsqueda por Atacama", explica Stöckl. Esa aparente obsesión por los volcanes ha sido una constante en su trayectoria profesional. "Hemos estado buscando la montaña volcánica más alta. Este tipo de formaciones están perfectamente conformadas, ya que tienen una parte superior muy empinada y una buena transición hacia la zona de ruptura. Nuestro objetivo era encontrar una colina lo más perfecta posible como para montarla sin tener que recurrir a mecanismos más complejos. Así de sencillo".
El anterior récord mundial de descenso en mountain bike, en poder de Markus, fue logrado en 2011 cuando descendió por el volcán del Cerro Negro en Nicaragua a 164,95 Km/h. A pesar de su amenazador nombre, Markus apenas se despeinó durante el descenso: "Fue más fácil, fue menos empinado y sólo a 700 metros sobre el nivel del mar, lo que lo hizo más sencillo. No fue suficientemente emocionante en comparación con Atacama; éste tiene casi 4.000 metros de altura y su inicio era una roca con una pendiente de 45 grados. Fue muy divertido..."
El equipo que hizo posible el récord
El descenso apenas duró 11 segundos, pero para hacerlo posible Max tuvo que poner en marcha un importante componente logístico. El ciclista austríaco no quería correr más riesgos de los necesarios, y se rodeó de los mejores profesionales en esta aventura. Su equipo constaba de cinco personas: un jefe de proyecto, Andreas Ehrensberger; un alpinista que le ayudó a llegar al campamento base, Wolfgang Schwaiger; su mecánico de confianza, Christian Schandl; y dos profesionales de la compañía Chile Backcountry, Adolfo Santamaría y José Antonio Pavón, que se encargaron de la seguridad y del día a día en el campamento. Además, completaban el equipo nueve fotógrafos y cámaras y un equipo de rescate formado por cuatro personas. En total, 19 personas con un único objetivo: hacer posible que una persona trasladara a una nueva dimensión los límites de la velocidad de una bicicleta.
Markus Stöckl permaneció cuatro días en el campamento base del desierto de Atacama junto a su equipo a una altitud de 3.600 metros sobre el nivel del mar. La principal preocupación de los profesionales de Chile Backcountry era lograr que fueran autosuficientes en un medio hostil y traicionero. "Nos encontrábamos en la planicie alto andina. El día que llegamos la mayoría de miembros del equipo europeo fue afectado por la altura con dolores de cabeza, fatiga y con vómitos. Fue un día muy largo donde en algunos puntos estuvimos a alturas de 4.500 metros. Ese día se decidió bajar y dormir en El Salvador (una ciudad en pleno desierto de Atacama, a 2.300 metros de altitud). Nosotros los chilenos nos quedamos arriba. Los días siempre fueron despejados, pero el mayor problema eran las rachas de viento muy fuerte las cuales complicaban la seguridad y velocidad para el descenso..." Quien habla es Adolfo Santamaría, uno los guías chilenos de Chile Backcountry. Su relación con Red Bull comenzó dos años atrás. La compañía, ávida de encontrar destinos extremos para materializar sus aventuras, necesitaba un profesional chileno que conociera la zona y fuera capaz de dar con la colina más indicada para llevar a cabo la proeza. Además, Max y su equipo tenían que ser autosuficientes por un tiempo aproximado de dos semanas, y contar con profesionales que también aportaran carpas, domos, cocina y todo el material necesario para enfrentarse a Atacama. A pesar de la minuciosa preparación, hubo contratiempos que, según nos cuenta Max, les sirvieron para aprender la lección: "El primer día, alrededor de la una de la tarde, el viento empezó a soplar con ráfagas de hasta 100 km/h. No estábamos listos para ello y perdimos dos de nuestras tiendas, el viento se las llevó hacia el infinito... por lo que tuvimos que apretarnos más en las tiendas".
La adrenalina inundó el desierto
Todo estaba preparado para el gran momento. O no... Intentar batir un récord de velocidad, y más en condiciones extremas, requiere su tiempo. Max probó el descenso ocho veces para encontrar la línea ideal y ver qué velocidad podría alcanzar. La montaña tenía una altitud exacta de 3.972 metros, con un desnivel de 45 grados. Desde el comienzo hasta el final la distancia era 1.200 metros de arriba abajo. La gran ventaja es que en esa montaña en concreto no había piedra, "parecía una playa de grava, pero muy suave y empinada. Desde el comienzo hasta el momento de poner en marcha el crono eran alrededor de 600 metros de longitud y para estos 600 metros yo necesitaba 12 segundos, 12 segundos para pasar de 0 a 167 Km/h. El resto de los 1.200 metros eran para ralentizar y parar de nuevo. Calculamos una velocidad mayor para esta montaña, pero la resistencia a la rodadura sobre la arena blanda fue mayor de lo esperado", explica.
Entonces el silencio más absoluto asoló Atacama. "Cuando bajaba, la bicicleta sonaba como un avión, impresionante verlo en vivo y en directo.
En ese momento lo estaba esperando con Christian, su mecánico, en la zona de frenado. Solo comentábamos que no hubiera un accidente. Fue un momento muy tenso. Cuando llegó donde nosotros se desplomó de cansancio", relata Adolfo Santamaría. Estaba exhausto, pero lo había logrado. "Me gusta experimentar en lugares muy remotos. Disfrutar del silencio y en el siguiente segundo, de la emoción de correr por una colina como ésta con la bici. Para mí eso es como un partido perfecto". ¿Su siguiente reto? "Creo que es posible descender con la bicicleta más allá de los 6.000 metros, quizás 7.000..."