Hernández
La hora de Salazar
Abril ha sido un mes fatal para Paulo Garcés. Probablemente uno de los peores de su carrera. En las últimas cuatro fechas ha tenido responsabilidad directa, flagrante, en tres goles del rival (Iquique, la U y San Luis) y, por extensión, en la pérdida de puntos valiosísimos para Colo Colo en la carrera por el título. Este domingo, tras el pitazo final en Quillota, su imagen con la vista perdida, los ojos vidriosos y una profunda tristeza fue una postal demoledora de su sentimiento de culpa y la procesión que lleva por dentro.
Ser arquero, en cualquier dimensión, es un puesto ingrato, hecho solo para valientes. Se está extremadamente expuesto, a merced de una crítica que puede llegar a ser aplastante, despiadada. Cuando los errores no determinan una derrota su culpabilidad se relativiza, pero si esos yerros son sucesivos y ponen en jaque la campaña de su equipo está frente al peor de los mundos. Aquel donde todo portero sabe que algún día puede caer. Y debe estar preparado.
Garcés es un buen golero. Fue campeón en O’Higgins, ha sido reiteradamente llamado a la Selección y trabaja como pocos. Tiene un estándar profesional alto. Es de esos deportistas que se toman en serio la pega, preocupan del entrenamiento invisible y de no verse involucrados en episodios inadecuados. El tipo se cuida. El problema es que algunas veces con eso no alcanza. Hay que atajar el fin de semana y no echar para adentro las que van para afuera.
Cómo saber si con Justo Villar, Colo Colo no hubiera perdido en Iquique y Quillota y empatado con la U. Lo que pudo ser ya es historia. Se desvaneció en el minuto en que el paraguayo entró al quirófano. En todos los planteles, el segundo arquero debe ser sólido e idealmente apurar al titular. Hace un tiempo en la U, Herrera se lesionó y Fernando de Paul estuvo a la altura, en Católica, Costanzo es un relevo de lujo para Toselli, pero en Colo Colo esa máxima no se está cumpliendo en la fase más relevante del año. El fútbol es veleidoso, juega malas pasadas porque en sus tres temporadas en Macul, Garcés nunca había tenido una racha tan mala como esta.
Hasta el partido con Universidad de Concepción donde Garcés cumplió con solvencia y se llevó un enorme espaldarazo del hincha albo el análisis debía ser abordado desde lo futbolístico: su nivel, irregular, alternando partidos buenos y de los otros, era netamente una cuestión de rendimiento, confianza y rodaje. En Quillota, sin embargo, se abrió otra arista, en la que el arquero no tiene responsabilidad alguna tras sindicarse su renovación de contrato como el detonante del escandaloso quiebre de la mesa directiva de Colo Colo.
Garcés veló por sus intereses, renovó con el club ante un interlocutor nominalmente válido pero a los pocos días se vio inmerso en el ojo del huracán. En el centro de una polémica de grueso calibre. ¿Acaso eso no lo distrajo? Saber que los términos de su nuevo vínculo con Colo Colo eran públicos con lujo de detalles y habían provocado la mayor crisis directiva que se tenga memoria en Blanco y Negro. Por mucha contención que le haya hecho su entorno, ese muchacho, de seguro, tomó bastante caldo durante la semana.
En ese contexto, y tras el significativo error que le costó la derrota al Cacique en el Lucio Fariña, cabe preguntarse qué decisión tomará Pablo Guede. En Inglaterra, la baja de rendimiento de Claudio Bravo lo relegó a dos meses de suplencia, incluida la Champions, la gran razón por la que abandonó Barcelona para mudarse a Manchester. Perder el puesto ocurre, es inherente a la actividad, son las reglas del juego.
De la confianza que Alvaro Salazar despierte en Guede dependerá quien juegue ante Palestino el próximo domingo en el Monumental. Como el fútbol es tan opinable, la aguja se mueve entre quienes sostienen que un arquero que bajó a Primera B con Barnechea no tiene nivel para estar en Colo Colo a los que plantean que Julio Rodríguez, el saliente preparador de arqueros, lo dejó muy bien entrenado. Según este columnista, Garcés perdió el puesto y Salazar debe ser titular.
Garcés puede que sea más arquero y tenga mucha más experiencia que Salazar, pero en el fútbol lo que manda es el presente. Y el Halcón no solo anda bajo sino que lo metieron en un lío de aquellos. Obviamente, por ahora, no es el mejor escenario para que siga atajando