Sampaoli cumplió su sueño

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¿Está mal que un entrenador sueñe con dirigir la selección de su país? Por el contrario. Es digno de aplauso.

¿Está mal que un técnico deje un contrato millonario en un club serio para adiestrar a su equipo nacional, en medio de turbulencias administrativas y por menos dinero?

Para nada. Demuestra interés y convicción.

¿Por qué es tan criticada la llegada de Jorge Sampaoli a la selección argentina? ¿Por qué le exigen al casildense un compromiso ético y moral que otros, en su misma condición, no han tenido? Por miedo. Prejuicio. Por una mirada peyorativa.

Jorge Luis Sampaoli hace historia al asumir como entrenador de Argentina. Por muchas razones. Porque nunca fue futbolista profesional. Porque no proviene del riñón de uno de los clubes grandes. Porque nunca dirigió en su país de modo profesional. Esto es impensado en una de las naciones más futbolizadas del mundo. Pero esta descripción del técnico, que es totalmente cierta, no lo inhabilita. Al contrario. Demuestra un recorrido mucho más largo donde no se saltó ninguna etapa.

Por televisión uno puede ver a virulentos comentaristas destrozando al entrenador. Seguramente en un par de días bajarán la guardia cuando lo entrevisten cara a cara. Uno escucha con asombro a entrenadores con escasos pergaminos, pulverizar la campaña de Sampaoli. Hace diez años estaba dirigiendo al Coronel Bolognesi de Perú. En la década recorrió O'Higgins de Rancagua, Emelec, Universidad de Chile, la Selección y el Sevilla, obteniendo buenos resultados en todas sus estaciones, consiguiendo títulos inéditos en la U y en la Roja. Pero Sampaoli instaló algo mucho más importante que eso. Estableció una idea. Un concepto. Una forma que fue mutando a través del tiempo, que comenzó siendo una especie de homenaje a Marcelo Bielsa, para agregarle dosis de Guardiolismo y terminar construyendo su propio sello. Después de mucho tiempo Argentina no contrató un nombre para ponerle el buzo albiceleste, sino que buscó una idea, un método, una manera de entender el trabajo y el fútbol.

Es cierto que a Sampaoli le cuesta salir bien de los lugares donde trabaja. Uno puede criticarle la forma como dejó la Roja, sus hilarantes quejas como cuando dijo que se sentía “un rehén”, su intrincado contrato con la directiva de Sergio Elías Jadue Jadue, su poco apego a la verdad cuando decía que no había negociado con nadie de Argentina mientras era técnico del Sevilla o que él no había realizado la convocatoria de jugadores. Todo eso es verdad. Pero en la cancha, al borde del terreno, en la planificación de juego, en su capacidad de trabajo, en su lectura del partido, en su estilo ofensivo, Sampaoli es un destacado, un irreprochable. Sus equipos jamás pasan desapercibidos. Jamás.

Esto es fútbol y cualquier cosa puede pasar. Pero en general, como en todos los oficios, a la gente que trabaja más y mejor, le va bien. Muy bien. A Sampaoli el éxito le llegó más tarde que a muchos entrenadores, pero nadie se lo regaló. Con esta asunción, no solo creo que Argentina debería clasificar al próximo Mundial. Creo que con Sampaoli son candidatos reales a ganar Rusia 2018. Nos vemos en la final. En serio.

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