Las siete conclusiones del Gran Premio de Italia
La cita italiana no defrauda nunca. Deparó tres carreras muy emocionantes, hasta la de Moto2, y un día pletórico para Italia.
Mugello es el paraíso de la moto
No es casualidad que el autódromo de Mugello sea escenario sistemáticamente de buenas carreras. Su trazado, para muchos el más espectacular del Mundial, contribuye a que el espectáculo sea mayor que en otros escenarios. Cómo no será de bueno que hasta por fin se vio una emocionante carrera de Moto2, de las que se deciden en la última vuelta. Esta pista está repleta de subidas y bajadas, de virajes rápidos y técnicos, con una impresionante recta que hace volar a los pilotos y luego les pone en el brete de tener que apurar la frenada. Es, lo que se suele decir, un circuito para valientes. O dicho de otro modo, un circuito genuino para motos. Y si a eso se le añade el fenomenal ambiente que siempre muestra, con el público tan cerca de la pista, pues se convierte en una deliciosa caldera que casi nunca defrauda. La edición de 2017 deparó tres carrerones y algunos ya tenemos ganas de volver al valle de La Toscana.
Sonrisas y casi lágrimas en Ducati
La primera victoria de MotoGP en seco de Andrea Dovizioso supuso también la primera de un piloto italiano con una moto italiana en la clase reina en Mugello. Sin duda, todo un éxito al que hay que añadir el tercer puesto de Petrucci siendo piloto satélite de Pramac, aunque con una Desmosedici 2017. Por cierto, que bonito fue verle llorar en la ceremonia del podio y que divertido oírle decir que hubiera dado su casa por un resultado así si se lo hubieran pedido antes de la carrera. Y también merece ser muy tenido en cuenta el quinto puesto de Bautista con una Ducati del año pasado. Todo ello trajo las ansiadas sonrisas que necesitaba la fábrica de Borgo Panigale, pero su felicidad no fue completa porque su fichaje estrella nada más que fue octavo. No es que la carrera de Lorenzo fuera para llorar, pero casi, porque verle perder posiciones desde el liderato hasta la octava plaza era para que derramaran alguna lágrima en el box rojo. Su siguiente desafío es ése, lograr que Lorenzo también pueda pelear por ganar como tan brillantemente lo hizo Dovizioso.
Rossi no le echó nada de cuento
He oído a más de uno y de dos decir estos días antes de la carrera de Mugello que Rossi le estaba echando cuento a su lesión por la caída haciendo motocross, para engrandecer aún más su victoria del domingo, en caso de que llegase. Pamplinas, por decirlo finamente. A la hora de la verdad se vio que El Doctor también es un casta y que lo hecho durante el GP de Italia tuvo mucho mérito. Estuvo realmente a punto de perderse la cita de casa y logró meterse segundo en la parrilla y un cuarto en una carrera que llegó a liderar. Se vio claramente que a medida que pasaron las vueltas perdió fuelle. Él reconoció después que en las últimas vueltas estaba muerto y que le condicionó su estado físico. Habrá quien no le crea, y en su derecho estará, pero errará estrepitosamente. El Doctor ha estado más malo de lo que nos dijeron, porque además del traumatismo torácico y abdominal con edema en el hígado, también se le encharcó algo un pulmón y la noche que pasó en el hospital lo hizo sedado por el dolor. Que estuviera apto para el gran premio ya fue todo un logro. Acabar cuarto con lo vivido, mejor incluso que algunos podios alcanzados.
Maverick aprendió de la pifia de Vale
Otra de las virtudes de Maverick Viñales es la sinceridad con la que habla. Desde el pasado invierno no tuvo ningún reparo a la hora de decir que había fichado por Yamaha para intentar ganar el título desde el primer momento. Al acabar la cita de Mugello, donde firmó un buen segundo que le hace más líder, no le importó reconocer que había pensado en todo momento que no era día para arriesgar más de la cuenta, que lo importante era pensar en el campeonato y que para actuar así había aprendido de la pifia de Rossi en Le Mans, con una caída en la última vuelta que le privó de 20 valiosos puntos. Insisto, parece mentira que Mack tenga sólo 22 años, porque actúa en la pista y fuera de ella con una madurez impropia de su edad. Aún queda mucho, dos tercios de campeonato, pero atufa a campeón, el aroma que todos quieren pero muy pocos poseen.
La obra de arte de Pasini y la de Porto
Hay pilotos que son muy recordados sin necesidad de haber ganado un solo título. El valor de los campeonatos lo da los rivales a los que se vence, capaces de firmar carreras memorables aunque luego no posean corona alguna. En ese sentido, me acuerdo de Sebastián Porto, un rey sin corona que en 2005 dejó para el recuerdo en la chicane de Assen de la carrera de 250cc un doble adelantamiento a Lorenzo y Pedrosa que supuso una auténtica obra de arte. Fue una pasada doble que quedó para los restos en la memoria de los buenos aficionados, lo mismo que sucederá con los dos pasadones consecutivos que firmó ayer Pasini en la última vuelta de Moto2, a Márquez, en la segunda variante de 'Casanova-Savelli' (la de izquierdas), y a Luthi, en la velocísima 'Arrabbiata 1' (de derechas). Otra obra de arte que no caerá en el olvido.
El mejor regalo para Pablo Nieto
Ganó Migno en la multitudinaria pelea de Moto3, donde los 23 primeros rodaban en segundo y medio a sólo seis vueltas del final, y ganó también todo el equipo Sky VR46, el de Valentino Rossi, el que dirige con un acierto increíble Pablo Nieto y en el que Idalio Gavira hace una fantástica labor en el papel de coach de los pilotos Migno y Bulega. Fue muy emotivo ver a los dos españoles abrazarse locos de alegría en el muro nada más recibir su piloto el banderazo a cuadros. Para Pablete fue el mejor regalo posible en el día su cumpleaños. Son 37 los que tiene ya el chiquitín. El tiempo pasa para todos y en su caso, como los buenos vinos, le hace mejor. Se ha convertido en un profesional como la copa de un pino. Ya consiguió un título mundial con Maverick en la escudería Laglisse, en Moto3, y ahora tiene a un mito como Rossi la mar de contento con su trabajo. Un crack que podría vivir del cuento y que se lo curra como sin en vez de Nieto se apedillara Pérez, por ejemplo.