ArcosCuestión de ópticaCristian ArcoscarcosmoralesActualizado a 4 de julio de 2017 19:32 CLTANDRES PINA/PHOTOSPORTMe gusta el periodismo deportivo que se hace en Argentina, sobre todo el escrito. La escuela de la revista El Gráfico es una referencia para todos quienes nos dedicamos a este oficio. Hay exponentes brillantes. Leer a Ezequiel Fernández Moores en La Nación es un aprendizaje permanente. Lo mismo que a Daniel Arcucci. Un deleite. Por la prosa trasandina pasaron enormes colosos como Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Dante Panzeri, Roberto Bonadeo, Eduardo Sacheri. Finos. Cuidadosos con el lenguaje. En la época de las distancias, donde la inmediatez y la prisa no eran el principal atributo sino la precisión, destacaban con mayúsculas.Por eso los veo con frecuencia. Aunque no comparta lo que dicen, tienen la sana costumbre de decir lo que piensan, a menudo sin filtro. Soy de los que creen que no por hablar más fuerte se habla más claro. No encuentro muchos seguidores de esta máxima en los programas de tv argentinos, pero los veo igual. Su preparación es mayor. Cubren una mayor variedad de deportes. Conviven con una sociedad más futbolizada y mucho más deportiva que la nuestra.Es saludable ver en ocasiones como nos perciben afuera. En programas como 90 minutos de Fox, donde el debate es rico en contenido y en la claridad del relato, a veces uno escucha sentencias que dan para reflexionar. Porque en el fútbol no existe una verdad única. Esa es una de sus mayores cualidades. No existe lógica alguna. Contrastar eso, desde ópticas diferentes, demuestra que las interpretaciones están teñidas de nuestra propia experiencia. En una frase hereje diré que no creo en la objetividad. No existe. Es más, cada vez confió más en el periodista subjetivo, que se asume como tal y que a partir de allí buscar equilibrar las posiciones. Equilibrio sí, objetividad no.Este lunes viendo el Programa 90 Minutos de Fox vi como algunos panelistas gozaban por la derrota de Chile en la final de la Copa Confederaciones. Hacían sorna de un par de panelistas que trataron de explicar por qué admiraban la forma de jugar de Chile. Incluso uno se atrevió a decir que mientras Chile jugaba la final de la Confederaciones, los medios argentinos estaban pendientes de la boda de Messi. Ardió Troya en su máxima dimensión.Sacando lo anecdótico, es bueno resaltar ciertas verdades. Diego Fucks argumentó que a Chile le falta contundencia en partidos finales, lo que comparto a plenitud. Dio un dato que es indesmentible. Chile jugó tres finales y no anotó un solo gol. La final de la Copa América 2015 (0-0 con Argentina), la final del 2016 (mismo marcador, mismo rival) y la final de la Confederaciones (0-1 contra Alemania). Según Fucks ese era un motivo de crítica y tiene razón. Para dar el salto en un Mundial Chile debe tratar de resolver esa madeja. Se crea muchas situaciones de gol, convierte pocas y no creo que sea sólo por la ausencia de un centrodelantero, sino un asunto de funcionamiento. Olvida Fucks, o mejor dicho lo obvia, que de esas tres finales la Roja ganó dos. Precisamente a Argentina. Perdió la reciente contra los germanos. Soslaya otro dato estadístico. Argentina también ha jugado tres finales consecutivas donde no convirtió goles. Contra Alemania en Brasil 2014, una instancia mucho mayor porque fue la final del mundial. Y las dos finales de Copa América contra Chile. Tres finales. Cero gol a favor. Y tres perdidas.Los números, las cifras, el resultado, es la lo más importante en un deporte de alta competencia. Pero no es el único factor a analizar. Se interpretan dependiendo el foco que se elija. Lo que a veces parece una crítica feroz, para otros puede ser un atributo. Lo que criticas mordaz ironía en el otro, lo defiendes a ultranza en tu equipo, tu selección o tu bandera.Por eso es bueno separar un poco las pasiones. Abrir la ventana. Que entre un poco de aire externo. Mirar afuera y no sólo el ombligo. Dejar de ver únicamente el número. Algunos creemos que en el camino está la recompensa. Me gusta que Chile gane. Pero si no lo hace, no es un fracaso, menos para la mejor generación de futbolistas de la historia. Argentina tiene una historia deportiva mucho más exitosa que la chilena. Indudable. Pero que la Roja tenga un buen presente a veces genera ronchas.El fútbol no resiste objetividad ni lógica. Si necesita equilibrio y perspectiva. ¿Cómo le explico a mis hijos que soy hincha de Curicó, un equipo que recién jugará su segunda temporada en Primera División? Con la bendita subjetividad que nos abraza y cobija.Etiquetado en:Selección Fútbol ChileLiga chilenaSelección chilenaSelecciones deportivasChileLigas fútbolFútbolCompeticionesSudaméricaLatinoaméricaDeportesAmérica