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El Big Bang del fútbol chileno

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El Big Bang del fútbol chileno

Julio del 2007. La selección chilena sub 20 disputaba el Mundial de la categoría en Canadá. El plantel conducido por José Sulantay entrenaba esa tarde en las afueras de Edmonton, una de las tantas sedes que tuvimos que recorrer como enviados especiales. El equipo chileno se había instalado en la llave de los cuartos de final. Debía viajar pronto a Montreal para enfrentar a Nigeria. Había sido uno de los elencos estelares en el campeonato. Jóvenes jugadores como Vidal, Isla, Medel, Toselli, Carmona, Suárez, Larrondo, Currimilla, habían mostrado un nivel que prometía y eso que su principal figura, Alexis Sánchez, había jugado a cuentagotas por una rebelde lesión.

Julio del 2007. A muchos kilómetros de ahí, en Venezuela, la selección absoluta disputaba la Copa América. El técnico era Nelson Acosta. El flamante presidente de la ANFP, Harold Mayne Nicholls, trazaba las primeras líneas de su plan de acción. Tras una jornada libre, varios futbolistas chilenos protagonizaron un escándalo en el hotel que los alojaba en Puerto Ordaz. Alcohol, lanzamiento de quesos y jamones, acoso a una de las empleadas del hospedaje, entre otras perlitas. Una vez más el fútbol chileno mostrada lo peor de su rostro.

En Norteamérica nos enterábamos del incidente ocurrido en Venezuela. Tras el entrenamiento me quedé charlando, como casi todos los días en ese torneo, con José Sulantay. En confianza le comenté que la información que manejábamos es que Nelson Acosta no seguiría al frente de la Roja tras ese bochornoso episodio. El plantel se le había ido de las manos. Otra vez.

-Y a usted profe, quién le gustaría que fuera el próximo técnico de Chile.

Sulantay no tardó ni tres segundos en darme su candidato.

-Bielsa. No hay otro. Marcelo Bielsa.

Mi cara de incredulidad fue inmediata.

-No se viene ni cagando-, le contesté.

El técnico de la Sub 20 me lanzó una batería de argumentos.

-Bielsa sabe que fuimos hace dos años a un Mundial Sub 20. Ahora estamos jugando otro. Ya tiene más de 30 jugadores con potencial. Hay una nueva dirigencia. Está todo dado para que diga que sí. Hay que ofrecerle algo serio.

No le creí. Y como casi siempre, el Negro tenía razón. Porque Bielsa dijo que sí. El rosarino tomó a esas dos generaciones de mundialistas juveniles para trazar un trabajo potente. El paso del trasandino por la banca de Chile fue como el de Fernando Riera a finales de los 50 y comienzos de los 60. Fundacional. Más que obtener resultados, dejó un camino trazado. Claridad en los conceptos. Ética del trabajo. Estilo de juego. Y un cambio de mentalidad que partió en una cancha de fútbol y se extendió a las gradas, a los hinchas y también a la prensa. Su germen tiene a Chile, 10 años después, en una situación muy diferente a la narrada hace una década. El archivo no muerde. De vez en cuando es bueno mirarlo y darse cuenta cuando comenzó esta parte de la historia. El Big Bang del fútbol chileno.

Hace 10 años nuestras estrellas se lanzaban jamón por la cabeza. Hoy acaban de perder la final de la Copa Confederaciones, han ganados dos Copa América y luchan por clasificar a su tercer mundial consecutivo. No todo tiempo pasado fue mejor.