Arcos
Volver a los 17
Josep Guardiola dice que la mejor actitud es la aptitud. Concuerdo. Pero soy un convencido que no basta con tener condiciones. El trabajo, el método, la forma, eso es lo que marca la diferencia entre el talento y el éxito. Se puede estar repleto de atributos y no llegar a ninguna parte si no existe la actitud correcta. Y al revés. Exponentes no tan calificados que a base de méritos propios y esfuerzo llegaron mucho más arriba de sus posibilidades.
Ricardo Soto es el deportista más joven en representar a Chile en unos Juegos Olímpicos. Tenía 16 años cuando tuvo una auspiciosa actuación en el tiro con arco individual en Río de Janeiro 2016. Un futuro esplendor.
Y hay más. Seguro hay muchos más. Este es solo un sobrevuelo. Todos estos deportistas tienen en común notables aptitudes, buenos entrenadores, conmovedores esfuerzos familiares. Pero vienen con algo desde la cuna que yo aplaudo y agradezco. Tienen una mentalidad diferente. Los chicos de hoy, esos que tanto les gusta etiquetar, esos que son criticados por quienes nunca ganaron algo, esos que son estigmatizados por sesudos especialistas, tienen una mentalidad ganadora, positiva. No cargan con mochilas ajenas a cuestas. Creen en ganar y no a cualquier precio. En base a reducir las distancias, sobrepasar los límites y atreverse. Son una generación que nació y creció en un país diferente. Con muchos ripios, pero más libre, más democrático, menos traumatizado. Crecieron viendo a Marcelo Ríos. Iván Zamorano, Fernando González, Nicolás Massú, Marcelo Salas, Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Claudio Bravo. Sus ídolos son chilenos y ganadores. Sus ídolos no se cortaron la ceja, convirtiendo a Chile en un paria a nivel global.
El éxito no está garantizado. Pero lo que si les puedo asegurar es que el flojo nunca gana. Jamás. En ninguna pega. El flojo se queja para siempre porque no lo descubrieron, no le dieron las opciones, no vinieron a moverlo de su modorra. Solo él se convence de su talento inconmensurable y lo guarda como secreto infinito. Lamentablemente nunca lo sabremos.