La maravilla de Londres
Londres, la casa del atletismo
No hay duda que la relación de Gran Bretaña con el atletismo es especial. Pocos países en el mundo pueden jactarse de arrastrar tanto público en cada jornada, llenar el Estadio Olímpico de Londres con cerca de 50 mil personas, y mirar cada una de las pruebas como si se tratara de una final. El Mundial de Atletismo nos recordó las grandes postales que dejaron los Juegos Olímpicos en esta ciudad hace cinco años. Que cuando pensemos que este deporte está en crisis, que pierde terreno y seguirá haciéndolo, siempre quedará un lugar.
Isidora Jiménez
Los 23.89 segundos que duró la presentación de Isidora Jiménez no dejarán un recuerdo muy grato para la velocista chilena. En Londres, lejos de sus mejores marcas, de su nivel ideal, la nacional finalizó última en su serie clasificatoria de los 200 metros planos y 41° (de un total de 46 especialistas) en la general. Por eso, la cara de la “Isi” tras la carrera no era la mejor. Quizás sea un buen momento de parar, recuperarse y replantear el futuro: cambiar a los 400 metros, como lo dijo su entrenador Carlos Moreno, no sería una mala opción para empezar de nuevo.
30 deportistas fuera
La final de los 400 metros masculinos tuvo a Wayde Van Niekerk como su gran estrella, pero también un gran ausente. El bostuanés Isaac Makwala fue uno de los 30 atletas afectados por un brote de gastroenteritis en uno de los hoteles oficiales del Mundial. El rival del sudafricano, el que debía convertir la carrera en una dura batalla, quedó fuera por prescripción médica, y contra su voluntad: consideraba hasta el final que podía levantarse de la cama y salir a correr.
La invisibilidad sudamericana
Es triste ver las finales del Mundial de Atletismo y observar que no hay ningún representante del continente. Esa es la actual realidad. Con excepción de Catherine Ibargüen y de la sorpresa venezolana Yumilar Rojas, que ganó oro en el salto triple, Sudamérica se ha transformado en un invitado invisible del Mundial de Atletismo. Un actor secundario, que perdió terreno hace tiempo, y que tendrá la pista difícil para recuperarlo. En Londres no somos más que el acompañamiento, y lo peor, es que el futuro está lejos de ser optimista.