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Está fea la cosa en el tenis chileno

Al cumplir tres meses de ejercicio, la nueva directiva de la Federación de Tenis de Chile envió una carta a los presidentes de las asociaciones del país para decirles que cesaba en sus funciones. ¿La razón? El administrador externo, a quien llamaremos "interventor" para que se entienda mejor, no los toma en cuenta, no los considera. En buen chileno, no les da bola.

Curiosa figura. Hasta donde sé las dirigencias no tienen la facultad de autocongelarse. O hacen su trabajo o renuncian y se van para la casa. Dicen estar atados de manos porque el interventor Cristián Ramírez hace y deshace. Pero ocurre que Ramírez fue puesto allí por las máximas autoridades deportivas de este país para que arregle y ordene el despelote que dejó la administración de José Hinzpeter. No es que el interventor se arranque con los tarros. Está lisa y llanamente haciendo su trabajo.

Ramírez funciona a la par con el gerente Eduardo González y tiene la facultad de apoyarse en la gente que él estime conveniente que pueda ser útil para sacar a flote el buque hundido. Su trabajo es que la plata que el tenis recibe del Estado vaya a dar donde corresponda. Eso implica aclarar las cuentas, pagar lo que se debe, ordenar los dineros y lograr así que la embarcación vuelva a navegar. Cada paso que da el funcionario debe ser respaldado ante las autoridades.

Al parecer, el interventor no siente que la actual dirigencia de la Federación de Tenis pueda ser un apoyo. Los directivos no han aportado ni un solo auspiciador de los varios que prometieron al asumir, no tienen relación con el equipo de Copa Davis ni con los tenistas, no han asumido las decisiones deportivas y no llegaron a reuniones importantes con el Serviu Metropolitano para salvar el comodato de Cerro Colorado que tiene al tenis al borde de quedarse en la calle. Pasó en un par de torneos que Ramírez y sus subalternos debieron entregar los trofeos de las premiaciones porque no había ningún dirigente de la Federación.

Ramírez realiza una función técnico-administrativa parecida a la de un síndico de quiebras y debería contar con la "asesoría tenística" de los dirigentes. Pero ha optado por operar solo. Y todo indica que seguirá estando allí hasta que haya gente que él considere competente para mantener a flote este pesado buque que tanto trabajo está costando rescatar.

El directorio también informa en la carta que acreditará en un plazo de seis años el apoyo a actividades deportivas para restituir el millón de dólares de la Beca Musalem. Está genial que le den una respuesta al mecenas que regaló ese dinero, pero creo que lo más importante es aclarar qué diablos pasó con esa plata. ¿Cómo es posible que quienes malgastaron esos dineros no hayan respondido? Y peor aún, ¿cómo es posible que quienes vinieron después no ejercieran las acciones judiciales respectivas?

Hace un año, Ulises Cerda explicaba en AS.com que la Beca Musalem “se ocupó para pagar deudas y en 25 días desaparecieron 100 millones”. También explicaba que no quedaron libros contables y que el desorden era total. Un año después, nadie sabe dónde está la evidencia recopilada. Ese elemento permitiría entablar una querella. La directiva dice que se la pasó al interventor; este dice que se la pasó al IND, y este dice que se la pasó a la PDI.

El millón de dólares desapareció. Y hoy pareciera que le están echando tierra encima, para que no se note el hoyo.

La peculiar carta del directorio suena mucho a parche antes de la herida. En tres meses no hicieron mucho y hoy anuncian que, definitivamente, no harán nada más... salvo que se vaya el interventor, quien sí ha hecho cosas. Pudieron desatarse las manos para redactar una carta que evite o dilate una eventual petición de renuncia de parte de las asociaciones. Ganas no les faltan porque bien mosqueadas están. Con ello habría que hacer un nuevo llamado a elecciones.

A estas alturas, la crisis parece no tener fin. Esta fea la cosa en el tenis chileno. Muy fea.