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El eterno ruido sobre Vidal

Actualizado a

Mauricio Cereceda era un buen amigo que conocí en el Liceo Luis Cruz Martínez de Curicó. Fue siempre el payaso del curso. Todos lo amábamos porque era divertido, simpático, chistoso, jovial. Sentado al fondo del aula, en un colegio sólo de hombres, interrumpía las clases con sus salidas jocosas que irritaban a los maestros. Por eso cuando la profesora de Historia entraba a la sala, saludaba con un cordial buenos días y decía ante todos: “Cereceda, fuera”. Mauricio se paraba y no tardaba en replicar. “Pero si no hice nada”. La respuesta de la profesora era demoledora. “Pero lo va a hacer. Váyase”. Cereceda tomaba su chaqueta, decía una broma antes de partir y abandonaba el salón.

Algo parecido pasa con Arturo Vidal. Esté o no involucrado en un acto de indisciplina, es apuntado de inmediato por los medios y la policía tuitera. Antes de conocer los hechos en detalle se da por descontado que el volante del Bayern Munich es culpable. Y se enarbolan múltiples teorías. Se recuerdan sus incidentes pasados. Se cuestiona su entorno. Se levantan teorías sobre su origen. Se culpa al consumo de alcohol de todos sus males. Se habla de que en Chile existe una supuesta impunidad hacia los tipos famosos. Se responsabiliza al entrenador por no tener mano dura. Se hace todo eso antes de determinar una pregunta que es clave. ¿Será cierto lo que dicen? ¿Es verdad la denuncia? ¿Qué dicen todos los involucrados?

Vidal padece una condena social de la que ha sido culpable en buena parte. Porque efectivamente ha protagonizado incidentes graves, donde ha cometido delitos. Manejar con alcohol en el cuerpo es un delito para todos en este país. Pudo provocar tragedias que por suerte no llegaron a concretarse. Pero esos hechos lo han marcado de modo tal que ahora, cuando alguien escucha un ruido que suene a indisciplina, la culpa es del hombre de San Joaquín. Sea cierto o no. Si la información no es precisa, da lo mismo. Lo importante es la severidad, la mano de hierro, al látigo y los castigos ejemplares.

Este martes hubo un incidente en el casino Monticello. Todo indica que están involucrados cercanos al futbolista. Que él estuvo allí, pero abandonó antes el lugar. En su día libre. Llegó a entrenar a la hora. No hay denuncia. No hay delito. No hay nada. Pero me pongo en la posición contraria. Asumamos que sea cierto, que existiera el día de mañana una denuncia real. ¿No es necesario comprobarla primero? ¿Vidal, o cualquiera, será siempre juzgado por lo que hizo alguna vez? ¿La gente no reconoce errores, no puede cambiar? ¿Se es culpable por sospecha?

La prisa le gana a la precisión. El prejuicio es más potente que la comprobación. El castigo más relevante que la solución. El grito más sustancioso que la verdad. Yo suponía que debía ser al revés.

PD. Mi amigo Mauricio Cereceda no dejó nunca de ser el genial payaso del curso. Por eso lloramos tanto cuando se fue y no hay día que no lo recordemos.