Rafa Nadal sufrió para avanzar en el ATP 500 de Beijing
El español lo pasó mal para superar al francés Pouille, que desaprovechó una gran ocasión de vencer al número uno. Wu o Khachanov, en segunda ronda.
A Rafael Nadal hay que derribarle muchas veces para poder ganarle. A veces no basta con una, ni dos ni tres. Por muy bien que jueguen contra él a veces, simplemente, no es suficiente. Que se lo digan a Lucas Pouille. El francés, impecable durante casi todo el partido con el único pero de su flojo desempeño en la red, tuvo la victoria en la mano y la dejó escapar. Nadal se agarró al partido con bravura, creció y tiró de épica para remontar y ganar por 4-6, 7-6 (6) y 7-5. En segunda ronda del ATP 500 de Beijing se enfrentará a Wu o Khachanov.
Nadal no estuvo cómodo en ningún momento durante el primer set. Pouille no le dio nada de ritmo porque acortó los puntos a palo limpio y acertó bastante. Jugó con riesgo y le salió bien. Es sabido que al balear le incomodan este tipo de partidos en los que no puede llevar la iniciativa. Con su saque no dominó con la suficiente contundencia como para resolver rápido, aunque intentó variar, y en el quinto juego encajó un break. El galo, crecido y muy seguro, no le concedió ni una bola de rotura y con una tranquilidad inesperada cerró el parcial.
Tocaba buscar soluciones y remontar. Era de esperar también que llegaran más errores de Pouille por pura cuestión estadística. Aunque no aflojó mucho e incluso tuvo bola para el 1-2 y servicio. Hasta el octavo juego de la segunda manga no vino la primera ocasión de break de Nadal. Con 0-40, el de Manacor lo tenía a tiro y falló. Fue una declaración de intenciones, una señal de lucha que al menos le sirvió para alcanzar el tie-break. Y ahí apareció la épica nadaliana. Primero un passing increíble con el punto perdido y 3-5 en contra. Después dos bolas de partido levantadas, una de ellas por una pifia tremenda del francés junto a la red, su punto débil. Y para acabar, minibreak por intimidación. Empate y partido nuevo.
A Pouille le hizo daño no cerrar un partido que tenía ganado. Su buen saque (9 aces) le mantuvo ante un Nadal mucho más sólido y agresivo, al acecho del más mínimo signo de flaqueza de su rival. Fue una cuestión de paciencia, de mucha paciencia. Y de buscar los golpes con inteligencia. Así llegó su primera rotura del partido en el mejor momento, para 6-5 y saque. Y no iba a desaprovecharlo. Es Nadal, el más grande.