LeBron y los Cavs sobreviven a la lucha de los Celtics
El partido (y la temporada) cambió radicalmente en el quinto minuto con la fractura de tibia de Gordon Hayward. Jaylen Brown pide paso.
Ni los abucheos a Kyrie, ni las zapas de LeBron ('EQUALITY', enésimo mensaje social), ni el jugador más joven de la historia en un quinteto titular de los Celtics (Tatum)... El primer partido de la temporada, el duelo entre los dos mejores equipos de la conferencia este, acabó nada más empezar. A más de seis minutos para el final del primer cuarto, Gordon Hayward, flamante nuevo fichaje de los ambiciosos Celtics, se rompía la pìerna izquierda en una escalofriante caída que congeló el pabellón. Después empezó otro partido. La temporada había cambiado.
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Ambos equipos tardaron bastante en arrancar. Los dos banquillos dejaron imágenes para el recuerdo: los Cavs impactados al ver la lesión en primer plano y los Celtics abrazados, haciendo piña para intentar pasar el mal trago. Kyrie había empezado bien (22+10) y quiso tirar del equipo, pero los Cavaliers, con un LeBron en su habitual versión todoterreno (29+16+9 y era duda para el partido...) y alguna buena canasta de el Derrick Rose más rápido que hemos visto en mucho tiempo, sacaron ventaja del durísimo golpe y se fueron 10 arriba al final del primer cuarto y 16 al descanso.
Hundidos, los Celtics tiraron de corazón y juventud. La garra de Marcus Smart, las ganas de Terry Rozier, despertó tras un inicio difícil Tatum (14+10 y el tapón de bienvenida de LeBron...) y Jaylen Brown demostró que está preparado para rendir al nivel que van a necesitar los Boston Celtics (25 puntos, máximo anotador de su equipo). La embestida, con la que llegaron a ponerse arriba y pudieron ganar el encuentro, fue toda una declaración de intenciones. Salieron Horford y Kyrie con otra cara de vestuarios y pusieron las primeras piedras de una remontada que mereció más premio.
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El final fue de película, con LeBron, arriba y abajo, tirando por la ventana el excelso trabajo de Brad Stevens. El técnico mantuvo en el partido a un grupo jovencísimo que había sufrido el peor golpe posible. Sombrerazo, como para el abrazo entre LeBron y Kyrie o las visitas al vestuario del lesionado Isaiah y del propio Rey para animar a Hayward. Con él estamos todos. La NBA empezó y cambió en cinco minutos.