En Turkmenistán y Bután saben de fútbol
No hubo grandes sorpresas en el Premio The Best que galardona a los mejores de la temporada. Cristiano Ronaldo se quedó con el trofeo principal. Esperable. Meritorio. El portugués ha tenido una campaña espectacular y probablemente se quede también con el Balón de Oro. Zinedine Zidane fue escogido como el mejor técnico. Lleva dos Champions consecutivas. Indiscutible.
Los chilenos obtuvieron algunas preferencias. A muchos les suena divertido por los destinos exóticos de los votantes. Yo prefiero verlo de otro modo. Los principales futbolistas nacionales son destacados en diferentes partes del mundo, aunque suene a trabalenguas.
Para este premio votan los técnicos y capitanes de las diferentes selecciones del mundo. Juan Antonio Pizzi y Claudio Bravo, sin embargo, no emitieron sufragios.
El técnico de Turkmenistán, Yazguly Hojageldiyev, ubicó a Alexis Sánchez como el tercer mejor jugador del mundo en el 2016-2017. Reggie Lambe, capitán de Bermuda, Karma Shetrup de Bután, Yi Wen Chen de China Taipei también subieron al tocopillano en el podio.
Arturo Vidal sacó más sufragios. Y más reconocidos en el planeta fútbol. El polaco Robert Lewandowski ubicó al volante en el segundo puesto. El alemán Manuel Neuer lo puso tercero. Ambos son compañeros del chileno en el Bayern Munich. Para Igor Akinfeev, arquero ruso, Vidal fue el mejor del año después de Cristiano Ronaldo. Varios entrenadores instalaron al Rey Arturo entre los tres mejores del mundo. Octavio Zambrano de Canadá, Theodore Whitmore de Jamaica, Gustavo Quinteros ex DT de Ecuador, Juan Carlos Osorio de México.
Aunque lejos de las mega estrellas, Arturo Vidal y Alexis Sánchez están en la órbita principal. Sus campañas son conocidas en todas partes del mundo. Son futbolistas de élite, no transitan por la vereda del montón. Aunque la votación sea de destinos desconocidos, sin gran tradición futbolera, representan que los apellidos de estos dos crack están en el firmamento.
Chile quedó fuera del Mundial. Aún duele. Cuando en Rusia esté rodando la pelota nos dará rabia, pena, lástima, dolor. Pero no se acabó el mundo. El anunciado apocalipsis no arribó. No todavía por lo menos. Le dejamos el discurso del miedo a los candidatos presidenciales. La pelota no se mancha.