Josh Gordon: "Me drogué en cada partido de NFL y NCAA"
El receptor ha vuelto a los Cleveland Browns tras casi tres años con la promesa de que está limpio de sus adicciones y asumiendo sus errores.
Josh Gordon ha vuelto a la NFL, y eso es algo que me apetece celebrar. Tanto por el jugador que puede ser como por la persona en la que aspira a convertirse. Es una historia que merece la pena ser contada.
En el año 2013 la NFL vivía la explosión de un receptor único. Josh Gordon, de los Cleveland Browns, cumplía su segundo año en la liga y sumaba la impresionante cifra de 1646 yardas, el mejor wide reciever en cuanto a números de aquella temporada. Había nacido una estrella.
Proveniente de la universidad de Baylor había sido elegido en el draft suplementario con una segunda ronda. El hecho de no haberse presentado al draft normal y tener que optar por esa salida del suplementario, al que acuden jugadores que ya no tienen opciones de seguir en la NCAA, por los más diversos motivos, hizo que muchos equipos huyeran de él. Presentaba problemas serios en la universidad, problemas de disciplina y de adicción a alcohol y drogas. No fue óbice para que los Browns apostaran por él.
Lo pagaron. Con creces. El citado 2013, y a pesar de sus estadísticas como de otro planeta, Josh Gordon ya estuvo dos partidos sin jugar al dar positivo en un control rutinario. Era el principio del fin. Incapaz de controlarse, incapaz de engañar al sistema, fue pillado una vez tras otra y cumplió diez partidos de sanción en 2014 y toda la temporada en 2015.
Desde entonces ha entrado en una rueda que le ha llevado a clínicas de rehabilitación, peticiones de reingreso en la NFL y recaída posterior. En 2016 fue readmitido en la liga, aunque con cuatro partidos de sanción. En ese periodo, en septiembre de 2016, no fue capaz de controlarse y, envuelto en un extraño caso de denuncias de paternidad por parte de una chica que aseguraba no conocer, se dio de nuevo a la bebida. De motu propio se encaminó a la clínica de rehabilitación y dejó la campaña 2016 también en blanco.
En marzo de 2017 mostró que llevaba limpio tres meses y pidió a la NFL que le dejaran volver. Le dijeron que no, que necesitaba seis meses más. Y los ha cumplido. Por eso ahora está entrenando con los Cleveland Browns y, según sus propias palabras, en un gran estado de forma.
Con motivo de este, al menos de momento, punto y aparte en su carrera, el jugador ha concedido una entrevista a la revista GQ que no tiene desperdicio.
Entre las cosas más relevantes que cuenta está el hecho de narrar como su rutina pre-partido, tanto en la NCAA como en la NFL, le llevaba a emborracharse y drogarse para jugar. De tal manera que afirma haber estado colocado en todos los partidos que ha disputado en su carrera.
También de cómo trataba, con poco éxito, de controlarse para engañar al sistema y pasar los sistemas de control.
De su infancia, de sus abusos, de sus problemas, de las interioridades de un ser humano destrozado, habla con total apertura Josh Gordon.
Ahora, de nuevo, vuelve a estar limpio y con la conciencia segura de que se está jugando no sólo su futuro como deportista profesional en la NFL, sino su propia vida como persona. Hay mucho más en el alero que la capacidad de ayudar a los Cleveland Browns a ganar un partido este año o recuperar la senda de un atleta que estaba llamado al estrellato. Ojala eso sea lo único que nos preocupa de él en el futuro próximo.