Pelé ya no juega más
Entiendo que hay gente que le gustan sólo los resultados, sin importar cómo se consiguen. No comparto en lo absoluto esa visión, pero la entiendo. Entiendo que discursos como el de Mourinho son atractivos, sobre todo cuando dice que el segundo lugar es sólo el primero de los últimos. Tampoco lo comparto, pero lo entiendo. Lo que aún no entiendo es ¿en qué minuto de la historia nos nublamos y perdimos el foco al analizar? ¿En qué minuto importan más nuestras ideas y prejuicios que la realidad pura? ¿En qué instante hablar más fuerte pasó a ser más valorable que hablar más claro? No lo entiendo y es probable que jamás lo entienda, porque soy huaso, testarudo, terco y porfiado.
Le pedimos a nuestros jugadores, miembros de la mejor generación de futbolistas chilenos de todos los tiempos, que nunca tengan bajones. Quizás el error más grande a la hora de analizar es que hablamos o escribimos del partido que nos gustaría que se juegue y no del que realmente se está jugando. La pregunta que busca las causas, el por qué, parece haber desaparecido. Claro, es menos obvia y menos luminosa, pero más sensata y perdurable.
Alexis Sánchez ha bajado mucho su rendimiento. La descripción es sencilla. Menos goles, menos participación en jugadas de riesgo, menos protagonismo en el equipo. Y allí surge la crítica simple: que no tiene ganas, que se aburguesó futbolísticamente, que se quiere ir, que la polola, que los perros, que los comerciales... Leseras irrelevantes.
¿Por qué ha bajado su rendimiento? ¿Cuánta responsabilidad es individual y cuánta colectiva? Parece que a nadie le importa. Como nunca en la historia, es posible ver una cantidad enorme de partidos. Pero no es lo mismo observar que mirar por encima.
Queremos que Arturo Vidal solo sea campeón y rompa todos los récords posibles. Para ser sinceros, el hombre de San Joaquín no está muy lejos de esa pretensión. Pero hace algunos meses lo catalogaban de la peor forma posible, aseguraban que tenía adicciones, falta de control y en su figura recaía el fracaso de la selección chilena por no clasificar al Mundial de Rusia. ¿En qué quedamos? Hasta donde yo entiendo, es muy complicado que un adicto sea uno de los mejores del mundo en su puesto y vaya camino a ser campeón por séptima temporada consecutiva. Si me lo explican, se los agradezco. A la hora de la pirotecnia, la prudencia parece no ser buena consejera.
Ni hablar de Claudio Bravo. Cuando el entrenador del Manchester City toma una decisión futbolística de no inclinarse por el chileno, una artillería guardada por años le pasa la cuenta al capitán de la Roja. Resulta que ahora haber ganado el Trofeo Zamora en Segunda y Primera División Española no es mérito. Ser el futbolista con más partidos en la historia de la Roja no tiene gracia alguna. Adueñarse del arco chileno por 13 años es una nimiedad. Jugar cuatro eliminatorias como titular lo hace cualquiera. Atajar por más de una década en Europa es algo menor. Y ser, por lejos, por masacre, por distancia, el mejor arquero chileno de todos los tiempos, es un detalle pequeño. Claro, ahora no ataja. El elegido fue Ederson Moraes. Y eso significa que todo se fue a la ruina. Todo por ganar un par de likes y algunos seguidores más.
Les tengo una mala noticia. Pelé ya no juega más. No existe el futbolista perfecto. Todos los jugadores pasan por curvas de rendimiento. Hubo años en que Zidane no la agarró. Maradona no fue aporte en varias temporadas. Hasta Messi. En Argentina no olvidan que no ha logrado romperla en un Mundial. Neymar tampoco. Cristiano menos. Guardiola va camino a su primera corona en Inglaterra, después de tres años de no ganar nada con el Manchester City. Y no gana la Champions desde que estaba en el Barcelona, como si ganar la Liga de Campeones fuera tan sencillo. Alex Ferguson se demoró cuatro años en ganar algo en el Manchester United. Rinus Michels nunca fue campeón mundial. Ni Cryuff. Ni Puskas. Ni Di Stéfano.
Hasta Pelé jugó mal, se perdió goles, marró penales y no fue campeón siempre... Por si acaso.