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La suma de las fatalidades

El séptimo descenso en la historia de Santiago Wanderers es, por lejos, el más triste de todos. El destino le agregó tantos condimentos a este cuento que se transformó en una historia cruel y trágica, aunque también épica si se le mira desde el otro lado.

La notable fidelidad de los hinchas porteños se ha curtido con la desgracia. La historia de los wanderinos tiene más tragos amargos que brindis con espumante, tanto en el fútbol como en la vida de Valparaíso. Pero lo del jueves por la noche supera todo lo vivido en la cancha de Playa Ancha.

Cuando Lucas Giovini le tapó el penal a Luis Pavez, el que sentenció la historia, el silencio de los 13 mil hinchas caturros dijo más que cualquier manifestación sonora. Era sepulcral, frío, triste... apocalíptico.

Wanderers, que había adoptado la mezquindad como filosofía desde hace un par de semanas, festejaba un empate sin goles que le daba la tranquilidad. Pero en el segundo minuto de descuento, Gabriel Castellón falló en el cálculo (cosa terriblemente rara en él), López no supo qué hacer con la pelota en los pies y los caleranos sí. Valparaíso entero enmudeció y sus habitantes comenzaron a prenderle a cada santo una vela.

Terminado el tiempo regular, Marco Medel manifestó su ira pateando la banca y profiriendo insultos a los cuatro vientos visiblemente fuera de sí. Lo designaron como tercer pateador. Cuando se puso frente a la pelota, el árbitro Jorge Osorio advirtió que Felipe Núñez, arquero reserva de Wanderers, estaba detrás del arco con un polerón con capuchón. Si no hubiese estado camuflado, nadie habría pensado que le estaba soplando a los ejecutantes de su equipo dónde patear. La demora y el papelón tuvieron consecuencias: Medel, el especialista que le quedaba a los porteños en cancha, falló su tiro.

Pese a ello, Wanderers tuvo la posibilidad de patear el quinto penal para quedarse con la serie, pero Roberto Saldías lo envió a las nubes.

El portero calerano Lucas Giovini usó la vieja táctica del alemán Harald Schumacher en España 82: tirarse siempre a la derecha para que sus adversarios sintieran que lanzarle a la izquierda era pan comido y allí sorprenderlos. Eso hizo y así le tapó el zurdazo cruzado a Pavez.

La FIFA eliminó hace 15 años el gol de oro porque dio pie a las escenas más dramáticas que el fútbol recuerde. Lo del jueves por la noche en Playa Ancha resultó ser peor aún.

En el año de las paradojas, donde no se puede explicar cómo la solicitud del castigo a Bolivia ante la FIFA terminó dejando a Chile fuera del Mundial, va a haber que ser mago para explicar cómo el campeón de la Copa Chile y flamante clasificado a la Copa Libertadores 2018 estará jugando al mismo tiempo en Primera B.