Eibar de Fabián Orellana entra en zona de Europa League
Un gol de Ramis desde un tiro de esquina, dejó al equipo del chileno 6to en la tabla de posiciones y con chances de clasificar a un torneo europeo.
Lo único interesante del partido que disputaron Leganés y Eibar en Butarque llegó en el minuto 94’. Y fue el gol del triunfo visitante. Un cabezazo de Ramis en un saque de esquina que hizo justicia al dominio armero y devolvió a la realidad a los pepineros tras su mes y medio de fantasía copera. Con este triunfo, el conjunto de Mendilibar se posiciona en puestos europeos a la espera de que el Sevilla reciba al Girona.
Antes de verse ayer las caras, ambos se habían enfrentado ya en 25 ocasiones: 22 en Segunda y tres en Primera. En sólo cuatro de esos partidos hubo más de dos goles y apenas uno terminó con alguno de los contendientes marcando tres tantos (fue el Leganés). Clásico del hastío que esta vez escribió una nueva página de espectáculo aburrido apenas agitado en el comienzo de la segunda parte.
La monotonía se lo pasó grande en una tarde de bostezos continuos. En vez de con un balón, el Leganés jugó con un satélite que mandaba a órbita cada vez que gozaba de la posesión, por llamar de alguna manera los escasos segundos que aquel objeto redondo y blanco (se acabó el esférico amarillo de invierno) rozaba la bota de sus futbolistas antes de mandarlo al cielo de Butarque.
El Eibar intentó amasar más la posesión. La ejerció de forma arcana y rudimentaria, pero más vistosa que los locales. La chispa de su frenética banda derecha regaló fogonazos de peligro insuficientes para prender el partido. Rubén Peña y Fabían Orellana contra el mundo. Ganó el mundo. Al descanso el Lega no había tirado ni una vez y el Eibar lo había intentado siete veces. Apenas una entre palos. Ninguna llegó a arañar de las gargantas algo parecido a un ‘uy’. La entrada de Amrabat regaló frenesí, aunque fueron los visitantes los que pudieron adelantarse con dos claras ocasiones de Kike y Charles. Raúl García tuvo la primera de Lega en el 50’. Desde entonces, el desierto salvo la expulsión de Siovas y el gol de Ramis, el que deshizo la igualdad en el clásico del aburrimiento.