¿Qué pasa con Garín?
Hablaba la semana pasada del chaqueteo chilensis a raíz de Nicolás Jarry. Hace dos semanas, el nieto de Jaime Fillol dijo en Río de Janeiro que fue favorable para su carrera haber crecido a la sombra de Christian Garín. Los focos y, de paso, los exagerados cuestionamientos a su tardío despegue estuvieron puestos durante la mayor parte del tiempo en el campeón juvenil de Roland Garros 2013. El número uno de Chile lo aprovechó aquella vez y lo hizo público después de ganarle al uruguayo Pablo Cuevas (33° ATP), enfatizando que “la transición de juveniles a profesionales es muy difícil, la gente piensa que es sencillo y uno será el número 1 rápidamente”.
¡Cuánta razón tiene!
Hace un par de temporadas Garín abandonó Chile junto a su familia rumbo a Mallorca para enrolarse en la academia de Rafael Nadal. Después de un año irregular y pese a haber estado cerca de Tío Toni y entrenar no pocas veces con el múltiple campeón de Roland Garros, decidió hacer un giro radical y en 2018 ponerse bajo las órdenes de Horacio Matta, en California, y con el apoyo de Larry Stefanki. En un mes y medio y cuatro torneos disputados mejoró 80 lugares y está a un paso de regresar a los 200 mejores del ranking ATP. Va en pleno ascenso. Busca su propio camino y esta semana podremos verlo en el Estadio Manquehue.
Una infidencia que data de 2015. Christian Garín estaba hablando de tenis y algunas decisiones que debía tomar respecto de su calendario. “Da lo mismo si igual me van a hacer mierda”, dijo aquella vez. En su cabeza, estaba muy presente la presión del medio y, fundamentalmente, de gente que ni siquiera lo conocía y no valoraba sus logros y el esfuerzo hecho hasta entonces. Tenía 19 años. Me pregunto: ¿uno a esa edad a quién le ha ganado? ¿Quién asciende en el trabajo o es solvente económicamente a los 19? ¿Qué culpa tuvo Garín de haber sido campeón en Paris y que la gente esperara que explotara antes? La declaración de Jarry sigue cobrando sentido.
Ni se imaginan cuántas veces tuve que explicar por qué Alexander Zverev, a quién Garín venció en la final junior de Roland Garros 2013, está en el top 5 del ranking ATP y el chileno fuera de los 200 primeros. Simple, la transición, como decía Jarry, es particularmente compleja y en la mayor parte de los casos gradual. Lo de Zverev es una excepción.
Garín cerró su cuenta de Twitter y redujo al máximo sus contactos con Chile. Solo está activo en el grupo de whatsapp de Copa Davis, competencia a la que regresará en abril próximo para medirse ante Argentina. El viernes 6 de abril, en San Juan, debería enfrentar a Diego Schwartzman, a quien derrotó hace un tiempo en las clasificaciones del ATP de Buenos Aires. Peque, como se conoce a Schwartzman, es Top 20 del ranking mundial. ¿Cuándo rompió el argentino la barrera de los 100? A los 22 años. Igual que Jarry. A Garín le queda un año, si de comparaciones se trata.
El tenis de elite cambió. Si bien siempre hay excepciones, la tendencia es que los jugadores alcancen su madurez a partir de los 25 años, como Schwartzman y otros tantos. Hoy son 30 los jugadores de 30 o más años figuran en el Top 100.
Repito lo mismo que escribí la semana pasada. ¿Cuál es el gusto de ser tan extremadamente duro con los nuestros? ¿Para qué? Tiempo al tiempo. Seamos tolerantes e informémonos. ¿O acaso les gustaría tener encima una tropa de twitteros haciéndolos pelota? Tal como vaticinaron González y Massú, vienen tiempos mejores.