Arcos
Síndrome de Estocolmo
Hace frío en Estocolmo. Mucho. La temperatura máxima apenas se empina por los dos grados. Una hermosa ciudad que se caracteriza por los canales que la cruzan. Sigue siendo hermosa pero el agua está congelada, convirtiéndola en una gélida postal.
Claudio Bravo debería estar acá y no está. Por decisión propia, es cierto. En palabras del capitán, sus argumentos para no venir son de peso y tienen que ver con el desarrollo de la actividad y la alta competencia. Es probable que entre tanta declaración el arquero haya esquivado a ratos el foco. Como referirse al sobrepeso de un preparador de porteros que no puede defenderse, o resaltar atributos de Sergio Jadue, un dirigente que permanece en Estados Unidos, confeso de corrupción y que no está entre rejas por el beneficio que la justicia norteamericana le otorga a los soplones.
Más allá de las posiciones de cada uno, que en realidad importan bien poco, hay actores que deben aclarar sus participaciones. Arturo Salah perdió una oportunidad dorada de hacerlo. En la víspera Alexis Sánchez había exhibido un liderazgo que se extrañaba al actuar como vocero del grupo. Pero el timonel de la ANFP no dijo nada. No aclaró. No se refirió. Sólo oscureció un asunto que incomoda en la interna.
De paso le cedió la pelota a Reinaldo Rueda. Aparte de definir la oncena, probar jugadores, descartar algunos, reforzar a otros, el colombiano tendrá que detallar su posición al respecto. Porque el capitán de la Roja también lo interpeló.
Acá comenzará la era de Reinaldo Rueda como entrenador de la Roja. Empieza una historia y comienza a cerrarse otra, poco a poco.
La protagonizada por la mejor generación de futbolistas chilenos de todos los tiempos, que está obligada a reinventarse.