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Antes del empate entre Universidad Católica y Universidad de Chile en San Carlos de Apoquindo, el presidente de Azul Azul, Carlos Heller, aseguró que Esteban Valencia era uno de los candidatos a ser el técnico titular de la U, despojándose del carácter de interino que hoy lo tiene sentado en el banco. El mandamás agregó que, junto con el Huevo, estaban los nombres de Alfredo Arias, Frank Kudelka y Mauricio Pellegrino. Imagino que después de la paridad 1-1, el ex volante de los azules sumó algunos bonos en esa carrera donde hasta hace algunos días nadie lo incluía.

El histórico volante zurdo ha mostrado ciertas cosas interesantes desde que tomó un equipo que estaba desplomado futbolística y anímicamente. Le sacó la presión al equipo. Partió por ajustar la defensa y cerrar el arco. En su primer compromiso internacional tuvo que jugar con una zaga inédita, sin Johnny Herrera, Gonzalo Jara y Cristián Vilches, los habituales titulares. Valencia partió con ordenar el equipo. Esto que parece tan simple, a veces no lo es tanto. Como decía Nelson Acosta, el Huevo puso a los derechos por la derecha, a los zurdos por la izquierda, a los marcadores en contención, a los firmes atrás, a los habilidosos arriba. Y el equipo se ordenó. Sin mostrar aún una fisonomía de juego demasiado clara, pero con un esquema establecido. La U, que recibió tres goles por parte de Colo Colo, seis de Unión La Calera y siete de Cruzeiro, pasó a ser derrotado una vez por Racing (sobre la hora) y una por Universidad Católica. Dos goles similares además. Remates de distancia muy ajustados, con mayor mérito del anotador que distracción defensiva.

Ganancia para la U.

Valencia juega con un esquema sencillo, pero que no pasa de moda. Línea de cuatro en el fondo, dos volantes para la batalla, dos para la salida y dos delanteros. Listo. Para qué complicarse mucho la vida. Una estructura muy similar a la que vivió como futbolista en la década de los 90 en la U, donde jugaba con Musrri y Mardones en la marca, él cargado por la derecha con el perfil cambiado, con Aredes primero y el Leo Rodríguez después como volantes ofensivos.

Ante la UC se vio superado en el primer tiempo. Los cruzados, a quienes se les critica por llegar poco al arco contrario, tuvieron cuatro situaciones claras en la primera mitad, acertando una. En el segundo tiempo dispuso el ingreso de Soteldo y Pinilla. El equipo ganó en volumen de ataque, dejó a Reyes en el equilibrio, Araos y Lorenzetti se instalaron en sus perfiles, subió Beausejour por la izquierda, se quedó Schultz en la derecha. Siempre bien parado.

Otro elemento de ganancia que obtuvo la U con la llegada de Esteban Valencia es que ya no es el jugador quien decide si está en condiciones físicas de entrar a la cancha. Es el entrenador. Y si ante la UC, en un clásico, no están para arrancar Herrera, Rodríguez, Pizarro, Jara, Vilches, Soteldo y Pinilla, no están nomás. Los que en condiciones hacen la fuerza. No juegan más los que deban infiltrarse, los que juegan al 60 por ciento, los que arriesgan el físico. Juegan los sanos, como lo pide el fútbol de hoy.

Ya pasó la primera parte de su misión el Huevo. Sacarle presión al equipo, cerrar su arco, mostrar tanto actitud como aptitud. Le falta lo otro. Exhibir algo más de su sello, ese que vemos cómo se insinúa partido a partido.

La U resolverá al final de la primera rueda a su nuevo entrenador. Esteban Valencia se ganó el derecho a estar, al menos, en la consideración. Quizás ya esté preparado para dar el salto.