No soy viudo de Rusia
A mí me gusta el fútbol desde chico. Desde siempre en realidad. Desde antes de mis recuerdos. Me gusta ir al estadio, no ver los partidos por televisión. Me gusta llegar temprano a la cancha, ya sea cuando voy a trabajar o como simple espectador. Me gusta hacer la fila, comprar el café aguachento, el maní confitado para mis hijos. Me gusta ver las hinchadas alentar, me da lo mismo el color que defiendan. Me gusta ver a los padres y madres con sus hijos transfiriendo la herencia que seguro ellos también recibieron de sus ancestros.
A mí me gusta el fútbol porque fui al estadio desde niño. No me gusta por la Champions ni la Europe League. No me gusta por Cristiano Ronaldo o Messi. Mis héroes no eran Maradona, ni Platini, ni Romario. Mi ídolo era Luis Martínez, el 9 de Curicó al que veía jugar todos los domingos.
A mí me gusta el torneo chileno. Le tengo cariño y afecto. Le debo un montón a quienes por décadas han jugado en estas canchas. A lo mejor lo hacen mal en comparación con otras ligas. Es probable que el ritmo sea mucho más lento que el de las grandes potencias. Sin duda la infraestructura, pese a que ha mejorado mucho, no se acerca a los colosales estadios de la Copa del Mundo. Pero es nuestro. Es lo que tenemos. El germen del fútbol lo tuvimos acá. No entiendo a los hinchas del Liverpool, del Barcelona, del Manchester City. Los respeto, pero no los entiendo. A mí me gusta Curicó, aunque pelee el descenso, aunque juegue en divisiones menores. No siento ningún arraigo con un equipo que juega a miles de kilómetros de distancia y que veré, casi siempre, por la TV.
El Mundial es maravilloso. He tenido la suerte de ser testigo presencial de su desarrollo, con Chile en la cancha o sin la Roja participando. Y es una experiencia alucinante. La máxima fiesta de todas. Uno aprende mirando ese fútbol, esa organización, esa estructura. Uno quiere que nos acerquemos a esos parámetros. Ojalá algún día. Pero no caigo en el lugar común que se oye estos días. Una supuesta depresión por pasar de la Copa en Rusia a nuestro torneo.
Será mucho más lento. No hay figuras descollantes. Pero si no es por este campeonato no conoceríamos al juego más lindo del mundo. Yo no me deprimo cuando comparo el Mundial con el torneo chileno. Al revés. Me alegro que haya vuelto. Por fin. La abstinencia fue demasiado larga.