Colo Colo juega una final
Como sabemos, Colo Colo lleva seis fechas perdiendo y hay remontarse 44 años atrás para hallar una racha peor a que la que lo eliminó de la Copa Libertadores y lo tiene colgando del último vagón a la Copa Sudamericana de 2019. Un panorama extremadamente complejo porque mientras el discurso en Macul apunta a clasificar a la Copa Libertadores, la realidad indica que si el Cacique pierde este domingo con Unión Española sale de los siete primeros de la tabla y queda fuera de la zona de clasificación a los torneos internacionales del próximo año.
En 1974 Colo Colo cumplió una desastrosa actuación en la Libertadores donde perdió sus seis partidos (con Rosario Central, Huracán y Unión Española), pero en el torneo local remató tercero y fue campeón de la Copa Chile. Hoy, con esa campaña, estaría clasificado, y por dos vías, a la Copa Libertadores del año venidero.
Después de 11 años sin pasar la fase de grupos de la Libertadores y 21 de avanzar a cuartos de final, el balance de la temporada para Tapia y el plantel lamentablemente estará condicionado por cómo termine la historia en el ámbito local. Si Colo Colo estuviese segundo o tercero o ad portas de la final de la Copa Chile nadie o, en rigor muy pocos, estarían pidiendo la salida del técnico. Hoy, al revés, la mayor parte del hincha albo que se expresa en las redes sociales no le perdona el planteamiento defensivo ante Palmeiras en Sao Paulo, la marginación sistemática de Jaime Valdés y exige su destitución.
¿En qué momento Jaime Valdés pasó de ser el mejor jugador del fútbol chileno a un volante despreciado? Es evidente que bajó su rendimiento y, de seguro, él hará su autocrítica, pero cuando entró el segundo tiempo con Corinthians en Santiago fue el mejor de la cancha y mientras estuvo en el campo contra Antofagasta el equipo iba ganando. Es misión del técnico recuperar y aprovechar a jugador tan gravitante. ¿Hubo un quiebre? ¿O aplica solo el criterio técnico? ¿Hay algo que no sabemos? El silencio del 20 y los códigos de camarín impiden, por ahora, saber fehacientemente qué pasó.
Con todo, no deja de ser contradictorio cómo un equipo que fue capaz de levantar una clasificatoria particularmente adversa –recordemos que con Guede al mando sumó apenas un punto- y clasificó a octavos en Medellín y luego eliminó con autoridad a Corinthians descuidara tanto el plano interno. No es presentable que Colo Colo haya perdido 10 partidos en el torneo nacional (siete bajo la conducción de Tapia) y sido eliminado por Ñublense en la Copa Chile. No resiste análisis. No hay dos opiniones. La campaña local es paupérrima.
En verdad, el presente albo no deja de ser una lástima porque el hito de volver a ser protagonista en la Libertadores se empaña por una temporada demasiado opaca en el frente interno. La historia de Colo Colo demandaba una mejora en la Libertadores y Tapia cumplió con creces, pero resulta que es muy improbable que clasifique a la edición 2019. Es decir, habrá cero opción de ratificar ese crecimiento.
Cuesta comprender cómo un plantel tan generoso en nombres e independiente de la carencia de delanteros veloces por fuera pudiera terminar dependiendo de 12 jugadores. Al citado caso de Valdés, se suman el desaprovechamiento de Bryan Carvallo, el estancamiento de Brayan Vejar y la discontinuidad de César Pinares. Este último, un jugador con gol, de nivel de selección, que en Macul ha pasado sin pena ni gloria. ¿Acaso Nicolás Orellana no hubiera sido útil bajo este panorama?
En fin, Colo Colo juega este domingo un partido crucial ante Unión. Una verdadera final. Tras el triunfo de Huachipato frente la UC, los acereros se metieron con todo por un boleto a la Sudamericana y el Cacique, con cinco bajas y la incertidumbre respecto de Valdivia, deberá defender a como dé lugar la clasificación. Ir más allá y pensar en la Libertadores no tiene sentido, Tapia y el plantel deben ir partido a partido, asegurar lo que tienen y esperar combinaciones favorables de resultados para apostar más arriba. La realidad no admite segundas lecturas: el técnico está en la cuerda floja, podría dar un paso al costado o ser removido y el equipo bajo una tormenta que podría convertirse en huracán.