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Morir gritando un gol

Óscar Pérez se levantó el sábado 27 de octubre del 2018 sin imaginar que ese sería el último día de su vida. El único pensamiento que rondaba en su cabeza era el clásico que esa tarde animarían su amado San Luis de Quillota contra los vecinos de Unión La Calera.

En los nuevos tiempos pasan cosas tan peculiares como que los canarios serían visitantes ante los cementeros en su cancha, en el Lucio Fariña, el mismo recinto al que don Óscar asistió tantas veces, sumando triunfos, empates y derrotas en sus 89 años de vida en esta tierra.

Cuando Mauro Caballero aprovechó el rebote que dio el arquero calerano y convirtió el 1-0, Óscar Pérez sintió que su corazón se detenía. No es una frase poética para armar un relato épico, ni una metáfora que explicara la alegría por la apertura de la cuenta de su San Luis querido. Es literal. El corazón de este hincha se detuvo. Alcanzó a festejar el gol y se desvaneció cuando el partido recién llevaba ocho minutos de jugado.

Óscar Pérez falleció producto de un infarto festejando el gol con que su equipo, que pelea el descenso, vencía al más tradicional de los rivales.

En 1982 el escritor y caricaturista argentino Roberto Fontanarrossa escribió 19 de diciembre de 1971, un cuento que retrata la historia de un grupo de hinchas de Rosario Central en las semifinales del Torneo Nacional Argentino de ese año, nada menos que ante su clásico rival, Newell’s Old Boys.

Angustiados por la necesidad del triunfo, los forofos canallas acuden donde un legendario hincha, el Viejo Casale, famoso porque Central jamás perdió contra la Lepra con él como testigo en las tribunas. Lo invitan a la cancha de River, donde se jugaría la semifinal, pero Casale rechaza la oferta. Una afección cardíaca lo alejó de su pasión hace muchos años. Debía cuidar que su corazón no pasara penurias.

Los hinchas no se rindieron y planearon el secuestro del Viejo Casale, quien presenció el cabezazo de Aldo Pedro Poy que le dio la victoria a Rosario Central contra Newell’s. En el cuento, el viejo Casale fallece por la alegría del triunfo producto de un infarto.

Pero esa historia es ficticia. La de Óscar Pérez fue real. Se fue celebrando el gol de Caballero, soñando con que San Luis ganaría el partido, creyendo que el equipo de toda su vida seguirá luchando por mantener la categoría.

En medio de la congoja de amigos y familiares, se realizó el sepelio de este fanático. Entre los asistentes, Mauro Caballero, el delantero que para muchos provocó el infarto de Óscar Pérez. Para quienes amamos este juego, Caballero fue quien le dio su última alegría.

Morir gritando un gol de tu equipo en un clásico. Si pudiera elegir una muerte, sin duda sería esa.