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El coraje de Garín

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Dicen que no se ha inventado nada más lindo que ganar. Pero en el tenis hay algo mejor: ganar en el quinto punto de una serie de Copa Davis.

Fueron muchas las crónicas del tipo "faltó la chaucha pal peso" que tocó escribir en los últimos 20 años tras caídas en el partido decisivo. Gabriel Silberstein en Buenos Aires y Nueva Delhi, Nicolás Massú contra Rusia en La Serena; Hermes Gamonal contra Ecuador y varias más. Casi como anécdota aparecían los triunfos en el duelo final de Massú contra el mexicano Marcelo Amador el 2002 en Querétaro, y sobre Stefan Koubek, después de más de cinco horas durante una fría madrugada de 2009 en Rancagua.

Fernando González contó que siempre soñaba ganando el cuarto punto, que Massú saltara a la cancha a definir el quinto y él irse con un bombo a alentarlo desde la barra. Ganar una Copa Davis en el quinto punto representa el sabor más dulce para el triunfador y el más amargo para el derrotado. Cuando todo está parejo, el "todo o nada" se vive de una manera tan dramática como una definición por penales del fútbol, pero con una dosis mucho mayor de justicia deportiva. En esa instancia no solo prima el talento. El amor propio, el coraje y el corazón pasan a ser tanto o más importantes.

El triunfo de Chile sobre Austria en Salzburgo es mucho más hermoso que una simple victoria que te lleva a estar dentro de los 18 mejores del mundo y a clasificar a la primera "Copa Davis de Piqué" de la historia, a jugarse en noviembre próximo en la Caja Mágica de Madrid. Es linda y especial porque la definió Christian Garín.

El campeón de Roland Garros junior 2013 tuvo el coraje para ganar y, quizás aún más, para reconocer al borde de las lágrimas que siempre le costó jugar por Chile. Explicó que, pese a que siempre dio lo mejor de sí, muchas veces le tocó perder. Y que, pese a convertirse casi un trauma, defender a su país ha sido y sigue siendo lo más importante.

Garín tuvo su revancha y lo hizo al amparo de Nicolás Massú, un especialista en dramatismo tenístico y quintos puntos, quien fue el sustento de su fe. También de Marcelo Ríos, a quien nunca le tocó definir en la cancha, pero que sigue 'estirando' su vínculo con el equipo chileno. Y Fernando González, bien compuestito en un set de televisión a muchos kilómetros de distancia y sin un bombo a mano, también lo gozó con el alma. Como se goza en la Copa Davis al ganar en el quinto punto.